La oratoria, ese arte de hablar en público con elocuencia, con la finalidad de persuadir o conmover a quien escucha, está de moda. De hecho, nunca debió dejar de estarlo. En la actualidad, en el ámbito universitario, con el advenimiento del Plan Bolonia y la formación por competencias, se ha tomado rápidamente consciencia de que los alumnos, y más en determinadas carreras como Derecho, precisan de una preparación en esas habilidades de comunicación que, sin duda, les abrirán muchas puertas. Así las cosas, ya es práctica habitual de las principales Universidades de nuestro país el organizar ligas de debate a distintos niveles, tomando como fundamento la más diversa temática, a fin de potenciar esta específica competencia. En nuestra Universitat de les Illes Balears se participa de forma activa en estas iniciativas y, todo hay que decirlo, con muy buenos resultados.
En lo que respecta al concreto terreno de lo jurídico, desde el Decanato de la Facultad de Derecho de la UIB se están comenzando a desarrollar todo un conjunto de iniciativas que pretender reforzar la formación en oratoria de nuestros alumnos y potenciar sus habilidades de comunicación. A modo de ejemplo, merece la pena destacar que acaba de ser inaugurada una fantástica Sala de Vistas, con el correspondiente equipo de sonido y grabación, que está haciendo las delicias de profesores y alumnos, pues permite celebrar simulacros de juicios, arbitrajes y debates abiertos que luego pueden ser visionados para corregir malas prácticas y pulir defectos.
Con esto quiero decir que se está realizando un gran labor desde los centros de formación y por los propios alumnos para que el futuro no sea tan incierto, para que los nubarrones que en ocasiones se ciernen sobre nosotros sean pasajeros y en verdad creamos que pueden hacerse bien las cosas. Porque no nos engañemos, no hay nada nuevo bajo el sol. El bueno de Platón, allá por el siglo V a. C. ya venía refiriéndose a los más jóvenes señalando que “no respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres. Ignoran las leyes. Provocan disturbios en las calles inflamadas con pensamientos salvajes. Su moralidad decae. ¿Qué les pasa a nuestros jóvenes? ¿Qué será de ellos?”. Nos suena.
Lógicamente es este un tema complicado, pero en mi humilde opinión hay algunos puntos que tengo meridianamente claros: por una parte, en nuestra sociedad actual existe una crisis de valores y muchos jóvenes no tienes claros sus referentes, sus metas, sus creencias, ni sus límites; en segundo lugar, esto no es solo un problema de los jóvenes pues quien los ha puesto en esa situación y quien ha provocado esa crisis de valores, no nos equivoquemos, somos nosotros; en tercer lugar, no debemos olvidar que son jóvenes, que tenderán a cuestionar y a romper con lo establecido, que buscarán los cambios, lo nuevo, el reto…y eso no es malo; y por último, todos podemos poner de nuestra parte para hacer más y mejores cosas por su bien y por el de todos. No tenemos que dar respuesta a todas sus preguntas, pero debemos dejar que nos pregunten, que duden, que se asusten, que reaccionen, que critiquen y que de manera sana muestren todo su desacuerdo.
En cualquier caso, de lo que no me cabe duda, es que son nuestro futuro y debemos volcarnos para que ese futuro sea esperanzador y lleno de luz, porque ese será nuestro mayor legado. De ahí que sea tan importante poder soñar con un auténtico pacto político en Educación. Sigo resistiéndome a creer que sea imposible alcanzarlo, aunque los antecedentes son poco alentadores. Pero bueno, mientras sigan primando las ideologías y las líneas rojas sobre las personas, estaremos en las mismas; y mientras no seamos conscientes de que todo pacto requiere de una renuncia previa a alguno de los argumentos defendidos por cada una de las partes que concurren a la negociación, seguiremos estancados en el mismo punto. Lo que está claro, mal que nos pese, es que para conseguir ese sueño, hace falta mucho más que una clase de oratoria.