El juez José Castro cumplirá en diciembre 70 años, momento en que tendrá derecho a una merecida jubilación. Sin embargo él quiere a toda costa terminar de instruir todos los flecos -19 piezas separadas aún activas- del caso Palma Arena. Es por ello que solicitó al Consejo General del Poder Judicial, vía Tribunal Superior de Justicia de Baleares, pasar a ser magistrado emérito en el mismo Juzgado de Instrucción nº 3 de Palma, para concluir la instrucción de una causa tan compleja como extensa. Castro fundamentó su petición en la necesidad de evitar un quebranto al Juzgado con su marcha y para que no se perdiera el hilo conductor de la instrucción.
La Sala de Gobierno del TSJB ha rechazado de forma unánime la petición de Castro por considerarla no ajustada a la legalidad. Efectivamente la Ley solo contempla que un magistrado jubilado a los 70 años continúe como magistrado emérito hasta los 75 años cuando actúe como suplente en el Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional, los Tribunales Superiores o las Audiencias Provinciales, lo que excluye al resto de órganos jurisdiccionales.
Todo el mundo es necesario, pero nadie es imprescindible. Castro reconoció no serlo él tampoco y se mostró convencido de que cualquiera de sus compañeros lo haría tan bien como él o mejor. Tras este informe del TSJB la última palabra será de la Comisión Permanente del CGPJ, pero se antoja harto difícil que la solicitud del juez Castro prospere ante un informe tan contundente y unánime como el emitido por el TSJB. Las instituciones deben estar por encima de las personas, también en este caso. Castro se ha ganado el derecho, tras muchos años de duro trabajo, de disfrutar de su jubilación al llegar a la edad legalmente establecida, como cualquier trabajador.