La Opinión de Joana María Borrás

No sabría escribir de otra forma

Como saben quienes me leen cada domingo, recientemente he publicado una recopilación de mis artículos de opinión de los últimos años y los he editado bajo el título “Artículos para un vuelo con retraso”de Edicions Balèria. La idea inicial era simplemente, la de tenerlos recopilados en forma de libro sin ninguna pretensión más allá. Su edición no obstante me ha proporcionado momentos inesperados e insospechados de felicidad que debo y quiero compartir públicamente: en primer lugar para darle las gracias al casi el centenar de personas que asistieron al acto de su presentación en la oficina principal de B TheTravelBrand en Palma de Mallorca (por cierto, un edificio moderno distinto a lo que estamos acostumbrados y que aprovecha al máximo la luz natural) y gracias de forma muy especial a Agustín que vino sin “El Casta” y que, como favor personal (porque “nos conosemos de COU” como él mismo explicaba) nos obsequio con una presentación divertida e inteligente.

Anecdóticamente, desde el momento de su presentación han sido muchas las personas que han comprado el libro y que desde distintos aeropuertos o desde el interior de aviones, me han enviado fotografías para decirme que estaban leyendo el libro mientras esperaban la salida de su vuelo (retrasado por supuesto). Esa fue mi idea inicial y por eso luce en la portada una fantástica fotografía de mi amiga valenciana Susanna Oriola quien hizo la foto este pasado verano en el aeropuerto de Bangkok cuando regresábamos de Myanmar. He pasado tantas horas en aeropuertos y aviones los últimos años que tenía clara la idea de que cuando alguien está saturado de mails, whatssaps, llamadas telefónicas de trabajo o no trabajo, durante las largas esperas en ese submundo aeroportuario, al final se busca una lectura amena, de fácil digestión y que nos de la sensación de que el vuelo o la espera han sido cortos. Creo sinceramente que “Artículos para un vuelo con retraso” cumple estos requisitos sobradamente por lo que ahora solo falta que la distribuidora se anime a venderlo en los aeropuertos (en esas estamos).

Desde su publicación ha habido también momentos para la emoción, como cuando una gran aficionada a la lectura, de más de ochenta años, ingresada en una residencia de ancianos se leyó el libro en 24 horas y me explico que cuando lo leía tenía la sensación de que yo estuviera a su lado leyendo en voz alta. Esa sensación, que me han transmitido otras personas después de la lectura del libro, se puede deber quizás al hecho de que en realidad, como no me se callar, escribo lo que diría en voz alta, si hablara del tema al que se refiere cada artículo de opinión, con un grupo de amigos o conocidos. No siento la necesidad, salvo en contados artículos (como pueden ser “Mi República” o “Ciudadanos de un País de dos”) de alejarme del lenguaje sencillo y claro con el que prefiero comunicar habitualmente. De nada sirve tener muchos conocimientos siendo profesor por ejemplo, si uno no ni tiene ni idea de que como comunicar con sus alumnos ni de como transmitirles lo que sabe de tal manera que quieran y disfruten del aprendizaje (sea cuál sea la materia elegida).

Dicen quienes me conocen (y mi editor en cada presentación), que ese libro soy yo tal cuál, sin aderezos. Nunca me di cuenta cuando escribí esos artículos que lo que estaba haciendo no era opinar sino mostrar mis sentimientos y forma de ver la vida sin pudor alguno, y sin regalarle los oídos a nadie. Espero que les guste así porque no sabría escribir de otra forma.

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