Preocupado por mi país, es lo que pedí a SS.MM. los Reyes Magos de Oriente (los de verdad, los que siempre han existido, no los esperpentos indepe-podemitas) pero nos han traído carbón en forma de mantenimiento de la actual mediocridad política.
James Bryce afirmaba que “la democracia, tanto como cualquier otra forma de gobierno, necesita grandes hombres que puedan dirigir e inspirar al pueblo.” Desafortunadamente, las principales corrientes de la historia contemporánea y de la politología no consideran suficientemente la naturaleza y el origen de la grandeza política. Es más, el talante igualitario de la vida intelectual moderna, unido a la metodología reduccionista de las ciencias sociales, menosprecia la grandeza individual e intenta reducir el curso de los asuntos humanos a fuerzas materiales.
La grandeza política no es un arte ni una ciencia que pueda dominarse mediante una formación estandarizada. Hace falta saber no sólo lo que es bueno para uno mismo sino también para los demás; y no basta con ser prudente o inteligente en el sentido actual, que puede medirse, por ejemplo, mediante un test. Aristóteles creía necesario tener virtud moral, capacidad intelectual y espíritu público en proporción equilibrada, características que debían estar igualmente ajustadas a las circunstancias particulares del tiempo y el lugar. Por esta razón son pocas las personas a quienes otorgamos el título de hombre de Estado; y cada vez serán más difíciles de encontrar debido los inusitados esfuerzos que se realizan desde hace más de 30 años a través de nuestro sistema de enseñanza donde triunfa el mediocre y se premia la indigencia intelectual. Difícil sistema para que se forjen los grandes líderes, los grandes hombres que necesita nuestro país. Será cuestión de localizar y proteger a los que aún existen, como si de una especie en extinción se tratara.
Aunque soy optimista y sé que esta grandeza la poseen algunas personas que aún no han podido demostrarlo, sólo espero que no sea demasiado tarde cuando llegue su momento.
P.D.: Obsérvese que también vulnero las “normas” de la actual “demagogia de género” no incluyendo el femenino cuando hablo de “hombres”, al contrario de la mayoría de políticos. Si a alguien le molesta le recomiendo que acuda al último comunicado de la RAE respecto al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina. Yo no me sumo ni a esta ni a otras farsas políticas.