Nunca llueve a gusto de todos. Tras un otoño extraordinariamente seco, ahora los cielos se han abierto durante una semana y han descargado una cantidad de agua inusual en esta época del año.
La falta de agua amenazaba determinados cultivos y comprometía seriamente las reservas hídricas para consumo humano. Las temperaturas muy benignas podían hacer florecer demasiado pronto algunos frutales y poner en peligro la cosecha ante posibles heladas tardías. Ahora, en cambio, la precipitación acumulada ha permitido recuperar las reservas y asegura algunas cosechas, así como las bajas, gélidas, temperaturas, inducirán un descanso vegetativo más largo en los árboles e impedirán una brotación en exceso temprana.
Pero esta sobreabundancia coyuntural de agua que ha inundado muchos de nuestros campos, parece que puede también ser dañina para otros cultivos, como los cereales o la patata. Por otra parte, es indudable que el temporal ha producido daños en infraestructuras, que se ha tenido que cancelar muchos actos de las fiestas de Sant Antoni y Sant Sebastià y que ha habido numerosos problemas para el transporte, tanto de mercancías como de personas, incluyendo el cierre de los puertos de Menorca y, en mi caso personal, la cancelación del barco nocturno a Barcelona del domingo 22.
Esta anulación me ha resultado muy perjudicial, puesto que mi familia y yo íbamos a Andorra a esquiar durante una semana, de modo que al viajar de noche con el coche, llegábamos a Barcelona por la mañana temprano y seguíamos viaje hacia el principado andorrano, a donde llegábamos al mediodía, a tiempo para entrar en el apartamento e instalarnos. Al cancelarse la travesía marítima, siendo el domingo la única nocturna, hemos tenido que viajar de día, lo que implica llegar de noche cerrada y tener que pernoctar en Barcelona, con el consiguiente desembolso extemporáneo, y malgasto de un día de vacaciones.
Un aspecto de la situación que hemos vivido esta semana que no debe menospreciarse es que las infraestructuras, aún con daños puntuales, han resistido razonablemente bien los embates combinados de lluvia torrencial, vientos huracanados y temperaturas glaciales, lo que no siempre ha sido así en el pasado reciente.
A pesar de todo, sopesando todos los pros y contras, el agua caída, teniendo en cuenta que no se han producido desgracias personales, tiene sin duda más efectos positivos que negativos y tendrá consecuencias muy beneficiosas para este año 2017, lo que no excluye que algunos hayamos salido perjudicados. Y a los que lo hemos sido, lo que nos toca es aplicarnos la máxima: al mal tiempo buena cara.