Jaume Cladera ha vivido dos etapas de notoriedad en la Isla, una como conseller de turismo y otra como presidente del Mallorca. En las dos nunca pasó desapercibido porque siempre fue la excepción que confirma la regla. Cladera es de Sa Pobla y ya saben que los poblers imprimen carácter allá por dónde van. Eso sí, el Cladera del Mallorca nada tiene que ver con el Cladera de Turismo. No sé si es por la edad -casi 30 años de una época a otra, que no es poco- pero el del equipo de fútbol es un JC más sereno y sosegado que el de la Consellería de Montenegro. En Turismo era un torero que se arrimaba a todos los mihuras. No se asemeja ni mental ni físicamente. El conseller de Turismo del primer Govern autonómico balear era un cargo independiente del partido de Cañellas que en su afán por innovar se enfrentó a algún que otro poderoso de la Isla. Prácticamente iba a su aire y Cañellas le dejaba hacer por el respaldo de los hoteleros. Sus decretos fueron famosos y estuvo en un tris de montar el impuesto que luego el Pacto acabaría poniendo en marcha: la ecotasa. Luchó por los campos de golf a pesar de la fuerte oposición del GOB y, además, llegó a echarle un pulso a Jerónimo Albertí, que mandaba entonces tanto como el propio Cañellas y Pedro Serra. Personalmente, era un dandy seductor de unos cuarenta años que lucía ternos hechos a medida en un Madrid del que fue rescatado por los que acabarían siendo sus socios en Stil y en el que cursó dos carreras que le dio un lustre a un Govern poco ilustrado. Su bigote le confería una autoridad aún mayor de la que tenía. Su paso por la presidencia del Mallorca -si es que definitivamente dice adiós al club- va a ser breve, apenas un año, pero con mucho reconocimiento por parte de los miembros del consejo, de las peñas, de la afición y de la prensa. Ha estado en su sitio a la hora de la verdad y ha sido leal al amigo y paisano Llorenç. El fútbol le dio vida al principio a Cladera, retirado como estaba del día a día de la cadena hotelera. Pero el submundo de este deporte y un club siempre al borde del precipicio, además de un susto familiar, le ha llevado a replantearse su futuro en el Mallorca. Nada polémico, ha sido la excepción. Como siempre.
