El nombramiento del doctor Fernando García Romanos como subdirector general asistencial de Atención Primaria ha puesto de manifiesto que la guerra sanitaria, la de verdad, se libra en las cloacas, allí donde se manipula, se miente e, incluso, si me apuran, hasta se amenaza. Su designación estuvo precedida de una auténtica batalla, con llamadas telefónicas, SMS, zancadillas… Una larga lista de hechos que pusieron de manifiesto, como dice mi compañero Lluís Serra, del que algunos, los de siempre, aseguran para su regocijo que es mi alter ego, que éste es un país de mediocres, envidiosos y vengativos y que la sanidad balear es un mundo lleno de intereses, en el que las ansias de poder y control están a la orden del día. No hablaré más del asunto del doctor García Romanos, con el que sólo comparto el primer apellido y ningún parentesco, porque lo sucedido es sólo un grano de arena en un inmenso desierto o una gota de agua en un océano, pero sí quiero dejar claro que este tema nos ha mostrado una vez más como se mueven determinados personajes y personajillos, incapaces de asumir que ya no tienen ninguna influencia allí donde se toman las decisiones. Los que conocen de verdad el mundo de la sanidad balear, saben de los intereses que se mueven, de las maniobras que se realizan bajo mano y de la existencia de grupos y grupúsculos que pretenden controlar hasta lo incontrolable y que cuando no lo consiguen se dedican, amparándose en la impunidad que da el anonimato, a insultar y a descalificar en lugar de argumentar y razonar, como sería lo lógico. Y no hablo de los profesionales, de esos que se dejan cada día la piel en hospitales, centros de salud y servicios de urgencias, de esos que sufren día a día las decisiones políticas, que son destinatarios de las quejas de los ciudadanos, que se ven impotentes para dar salida a la demanda, que trabajan más allá de la extenuación, de esos que son agredidos por los fallos de un sistema de los que no son culpables, de esos, en definitiva, que son unas víctimas más de quienes nos gobiernan; hablo de los que no piensan en los pacientes ni en los trabajadores, de los que anteponen sus propios intereses a los de los ciudadanos y de los que son capaces de mantener una guerra en las cloacas con tal de salirse con la suya. Y de éstos, de los que venderían hasta su madre por un cargo, puedo asegurarlo, hay muchos en la sanidad balear.
