Ya que se han apagado los ecos de la noche infame del sábado en Son Moix, probablemente convenga volver atrás para que no se pierdan las palabras de Laudrup. “No puedo reprochar nada a mis jugadores. No han podido”. Por lo visto en el campo, por lo visto ante el Madrid, el Valencia o contra el Barça en el Nou Camp, -cuando todavía había ilusión y entrega- sí pudieron hacer algo más: tener vergüenza torera. A un equipo que sale al campo a verlas venir, dejar hacer, no intentar tomar alguna iniciativa, contemplar cómo los cracks se dedican a hacer ronditos y marcar de cabeza o en fuera de juego ante un portero que también se dedicaba a mirar la faena desde la barrera, se le puede reprochar todo: entreguismo, falta de interés, abstencionismo, poca profesionalidad, ninguna ambición… Es que fue lamentable que no plantaran cara a un Barça que estuvo muy espeso en la primera parte, que juega siempre igual, que también tiene sus debilidades. A pesar de que los jugadores ni intentaron contrarrestar esos mecanismos del Barça, esas jugadas siempre repetidas de los buenos futbolistas, esa sensación de miedo, de impotencia y de debilidad, el entrenador los ha justificado: “No han podido”. La cuestión es si han querido. Si quisieron luchar, entregarse, plantar cara a un grande por amor propio y por proyección. No lo hicieron. Claro que sería futbolísticamente incorrecto que Laudrud les reprochara algo a sus jugadores y les dijera que sí pudieron hacer algo más de lo que hicieron. Eso es peligroso. ?
