Volver a vivir la “peor pesadilla” de Son Dureta, tal y como definen los trabajadores la situación actual, es la peor noticia para quienes hemos vivido de cerca los gravísimos problemas que se sucedieron en el hospital de referencia y que jamás pensamos que se iban a dar en Son Espases, un centro moderno, amplio y con unas instalaciones infinitamente mejores que las del antiguo hospital. Este colapso es una mala, malísima noticia, porque es impensable que Son Espases se haya quedado pequeño, de lo que se deduce que se está gestionando mal, que algo falla y de forma grave. ¿Por qué no hay camas suficientes? ¿Por qué los enfermos aguardan horas y horas en la sala de espera? ¿Por qué no funcionan de forma ágil y eficaz los sistemas de Admisión y Triaje? ¿Hay suficiente plantilla para afrontar esta demanda? ¿Por qué se incrementa la actividad quirúrgica hasta el punto de no dejar camas disponibles? Muchas preguntas y ninguna respuesta, pero si algo se ha hecho mal hay que corregirlo urgentemente. No tiene explicación que en un hospital nuevo, teóricamente bien equipado y dotado, que cuenta con grandes profesionales, se den estas situaciones y muchísimo menos que, después de sólo tres meses del traslado gran parte de la plantilla esté más que harta de luchar contra los elementos.





