El nuevo ayuntamiento de Palma ha decidido paralizar la reforma de Corea, para derribar todo aquello y empezar de cero. No voy a decir si me parece bien o mal, porque no tengo los datos. La impresión, viendo el desastre que eran aquellas viviendas, es que tal vez tengan razón. Pero aquí la cuestión que quiero criticar no es si la decisión actual es o no la acertada sino que en Palma, en Baleares en general, vamos a bandazos: primero hacemos y después rehacemos. Nos pasó con el Parc de las Estaciones (sin cambiar de partido político), con el carril bici, con el tren de Artà y ahora, parece, con las viviendas de Corea. ¿Pero no es posible que las decisiones que suponen tanto gasto, sean negociadas con un criterio racional? Racional es: lo más rentable, lo más barato y lo que quede mejor. Hoy, en Corea, hay un edificio a medio reconstruir y, por lo que se aprecia, aquello es un trabajo de chinos (coreanos, en este caso) porque se trata de reconstruir algo que se cae por todos lados, que está originalmente muy mal edificado y que difícilmente va a quedar bien.
