Pateras en las hespérides

Era cuestión de tiempo que se comenzara a detectar, en las Islas, la llegada de las pateras con inmigrantes y, era cuestión de tiempo que la llegada de los mismos comenzara a crecer de forma exponencial.

No me cabe ninguna duda de que, al igual que hace años, cuando llegaban familias completas después de cruzar Europa en autocares de turistas que salían al completo y regresaban a sus Países con la mitad de las plazas vacías, aquí en las Islas, hace unos cuantos años que están llegando, gota a gota, pequeñas embarcaciones que gracias a las innumerables calas y playas de nuestra costa, han pasado y todavía pasan desapercibidas.

Pero, como ya he dicho, era cuestión de tiempo, lamentablemente para esas personas que buscan desesperadas, en otro continente y sin ponerle nombre, el estado de bienestar del que nosotros gozamos, la vigilancia y persecución va a ir en aumento.

Harían bien quienes gestionan nuestro dinero, si comenzaran a preocuparse más en invertir en ayudas para esas personas que van a seguir llegando, antes que invertir en pararle los pies a miles de inversores privados que con sus alquileres vacacionales sacan un mísero o próspero sobresueldo, e impulsan la actividad económica a todos los niveles.

Quizás en algún momento, el dinero invertido en algún “centro de interpretación” ,que nunca llego a entender que interpreta, o el dinero invertido en cambiar el nombre de las calles, o en derribar estatuas y monolitos varios, o el dinero invertido en sesiones parlamentarias tediosas e improductivas, o el dinero invertido en las comisiones de investigación parlamentarias, o en el Senado, el dinero invertido en instituciones innecesarias creadas o mantenidas para colocar al inútil de turno; en definitiva, ese dinero debería ser invertido de forma urgente en medidas destinadas a cubrir las necesidades humanitarias que la llegada inminente de oleadas de inmigrantes en pateras va a generar.

Creo que se equivocan quienes piensan o dicen en voz alta (cada vez son más), que esos inmigrantes nos quitan unos recursos que nos pertenecen y que no son suficientes incluso para los de aquí. Esto es racismo camuflado en un discurso mediocre de teoría económica. En línea con ese mismo discurso, quizás algún día nos veamos obligados a emigrar, con nuestras pagas de jubilados empobrecidos europeos, a otros continentes dónde con ese mismo dinero, podamos seguir sintiéndonos los reyes del mambo hasta el fin de nuestros días. Será entonces cuando comprobaremos si somos bien recibidos, o si por contra, el dictador de turno que gobierne ese País, aupado por una mayoría racista, cuelga el letrero de “completo” y decide enviarnos de vuelta a casa.

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