Quique Setién, que pudo entrenar al Mallorca hace cinco o seis años pero prefirió continuar en Lugo una temporada más, ha devuelto a Las Palmas su carácter. Cuando Luis Aragonés llegó por primera vez a Palma procedente del Real Oviedo, es decir antes de ser seleccionador español, opinó en su rueda de prensa de presentación que a España le faltaba personalidad, que todo el mundo sabía cómo juega Italia, Argentina o Brasil, pero nada definía el estilo de nuestra Selección.
Equipos como el Barça, el Atlético de Madrid, la Real Sociedad, el Athlétic o el Real Madrid, como la Juventus en Turín o el United en Inglaterra, se mantienen fieles a unos principios inalterables, como lo hizo Héctor Cúper durante su primera etapa mallorquinista o Serra Ferrer el año en que el Lluis Sitjar fue escenario del play off disputado bajo sus órdenes entre los seis primeros clasificados de la Liga. El Ajax de Michels o el Milan de Sacchi, también forjaron una inimitable manera de entender este deporte. Entre los mencionados, algunos dejaron ir esa marca propia y con ello sus años dorados.
Evidentemente Olaizola ahora no está para estos menesteres, pero los males de su equipo tienen mucho que ver con lo hablado. Hace tiempo que Son Moix no reconoce su escuadra que dejó de lado su personalidad, con constantes cambios de dibujo, de ideología, de planteamientos, excesivos cambios en la plantilla temporada tras temporada y una improvisación reiterada que afecta a todas las esferas del club. No es solamente la estabilidad social, ahora sujeta debido a la abrumadora mayoría accionarial, sino la continuidad de un proyecto a buen resguardo de los vaivenes económicos que, por el contrario, generan demasiadas dudas. Y créanme, quien mucho abarca poco aprieta, regenerar todo este cuerpo no es una tarea sencilla y desde luego no pasa para salir en todas las fotos y saraos. La última la de Maheta Molango posando con el ganador de un premio. ¡Maaaadre, mía!.