El sábado pasado murió, un día después de cumplir 111 años, Zhou Yougang, conocido como el padre del “hanyu pinyin”, el sistema de transcripción fonética del mandarín al alfabeto latino adoptado en la República Popular China y otros países en los que el mandarín es lengua cooficial, y desde 2009 también en Taiwán, aunque con ciertas reticencias, y adoptado en prácticamente todo el resto de países del mundo que usan el alfabeto latino, como método de representación de la lengua china.
No es el único sistema de transcripción fonética del chino. El más conocido anterior al pinyin es el denominado Wade-Giles, por los dos lingüistas británicos que lo diseñaron y que fue el utilizado en occidente hasta los años ochenta del siglo XX para escribir los nombres chinos, pero que ha sido sustituido por el pinyin a partir de los años 80. Algunos ejemplos serían Mao Tse-tung, Chou En-lai o Teng Hsiao-p’ing en Wade-Giles, que en pinyin son Mao Zedong, Zhou Enlai y Deng Xiaoping.
El pinyin, en cualquier caso, no se ideó, ni es su función, como sistema de escribir el chino en alfabeto latino, sino como ayuda a la correcta pronunciación en mandarín de los caracteres chinos para los niños en los primeros años de escuela y también para los adultos y extranjeros que se inician en el aprendizaje del idioma.
Cuando triunfa el partido comunista chino en la guerra civil que sigue a la liberación de la ocupación japonesa, tras la derrota de Japón en 1945, y se establece la República Popular China, gran parte de la población es analfabeta y muchos millones hablan lenguas sínicas, o dialectos según la denominación del agrado del gobierno comunista, diferentes del mandarín y que son mutuamente ininteligibles. Ante esta situación se decide establecer el mandarín como lengua oficial de aprendizaje obligatorio e iniciar un proceso de alfabetización global de la sociedad.
Para conseguir estos objetivos se decidió iniciar un proceso de reforma de los caracteres chinos, simplificando la complejidad de muchos de ellos, a fin de facilitar su aprendizaje y, simultáneamente, diseñar un método que facilitara el conocimiento de la fonética del mandarín. A tal fin, se creó un comité del que se nombró director a Zhou Yougang (Chou Yu-kuang según el sistema Wade-Giles prevalente en aquel momento), que tardó tres años en completar el diseño del nuevo método, que fue adoptado oficialmente por la República Popular China en 1958.
La combinación de la escolarización obligatoria y la adopción de los caracteres simplificados como sistema de escritura y el hanyu pinyin como método de aprendizaje fonético ha tenido una importancia decisiva en el cambio social en China, que ha pasado a ser un país en el que en la actualidad el analfabetismo es prácticamente inexistente.
En Taiwán, la provincia rebelde donde se refugió tras la derrota en la guerra civil el gobierno del Guomindang (Kuo-min-dang) el partido nacionalista chino, dirigido por Jiang Jieshi (Chiang Ksai-shek), no se ha aceptado la simplificación y se siguen usando los caracteres chinos tradicionales. Tampoco se aceptó el hanyu pinyin como sistema de aprendizaje fonético y se ha venido utilizando un sistema anterior, denominado zhuyin o bopomofo, que es otro sistema fonético que tiene el inconveniente de utilizar símbolos en vez de letras, un total de 37, lo que supone la necesidad de aprender un conjunto de signos que no tiene ninguna otra utilidad y, por tanto, complica aún más el aprendizaje. También se ha diseñado otro pinyin, el tonyong pinyin, utilizado en algunas municipalidades. A partir de 2009 el gobierno de Taiwán acabó por declarar el hanyu pinyin sistema oficial de transcripción de los nombres, pero no todas las administraciones locales lo han aceptado.
El pinyin ha tenido otros efectos muy positivos para China y para el mandarín, más allá de su finalidad primaria de guía fonética. Es el sistema que se utiliza para poder escribir en chino en los ordenadores, teléfonos, tabletas y resto de sistemas electrónicos, utilizando el teclado estándar del alfabeto latino. También ha facilitado el aprendizaje del mandarín, lengua tonal de fonética especialmente difícil, a los extranjeros que hablamos lenguas no tonales.
La obra del equipo dirigido por Zhou Yougang ha resultado, en definitiva, uno de los factores decisivos en el devenir de China y en su transformación en apenas dos generaciones de un país sumido en un atraso de siglos a segunda, y futura primera, potencia mundial.