Una vez más acudo a un título prestado de una situación vital dura, una persona apreciada a los siete años contrajo una grave enfermedad que le afectaba muy seriamente a su aspecto, a su tez, y al verse y entender a su manera debido a su corta edad el diagnóstico su padre le preguntó ¿prefieres llorar o vivir?, la respuesta es obvia.
Esa misma pregunta nos la tenemos que plantear como sociedad, sustituyendo o adaptando, llorar como forma de queja. Aquí, en este pequeño país y en España hay mucho lloro ante los problemas y poco esfuerzo por solucionarlo, especialmente en la clase política. Quede claro que no me refiero a las personas que sufren de verdad y les achaco la culpa de su sufrimiento. Quizás soy el primero que a veces, quizás demasiadas veces, he optado por llorar, y lo hacía con motivo. Pero en esta vida, si no sacamos fuerzas quizás casi inexistentes y nos levantamos y queremos vivir, solo nos queda luchar para salir adelante.
Creo que en parte sufrimos un cierto acomodamiento del subvencionalismo, cuando esa subvención sale de nuestro bolsillo, es parecido a un juego de trile, sea municipal, autonómico, nacional o europeo, el dinero es el que es y solo sale de nuestros bolsillos. Como dijo la malograda premier Thatcher solo existe el dinero de los ciudadanos, el público no existe. No puedo estar más de acuerdo y eso se soluciona, en parte, con una reordenación fiscal, una bajada de impuestos y dedicar el dinero nuestro en gestión pública a lo verdaderamente importante. Ayudar al que lo necesite pero haciendo una reflexión seria de si son necesarias esas subvenciones diversas que se dan, recuerden que alguien lo paga, y siempre somos los ciudadanos.
También pienso que no afrontamos la verdad como país, les consentimos demasiado a los gobernantes y aceptamos la mentira con absoluta normalidad. Personalmente me rebelo con que me mientan de manera grosera o no, que se diga que la justicia está politizada cuando a un partido no le va bien, pero hace años, cuando condenaba a los de enfrente no estaba politizada. ¿Acaso no se ha hecho política desde los juzgados de este pequeño país por un individuo que llego a poner en jaque a la jefatura del Estado? No podemos escandalizarnos por un fallo del Tribunal Supremo que condena a un indigno Fiscal General del Estado, de la fiscalía de aquí también se ha hecho político y lo digo con conocimiento de causa, teniendo en cuenta, además que les ha salido una manzana podrida en los últimos años. Los intocables de Elliot Ness, desde mi humilde opinión, representan la época más gris desde que debuté en el foro allá un poco antes de los juegos olímpicos de Barcelona.
Leyendo un interesante libro sobre el perdón y la compasión de un periodista que durante años convivió con el Dalai Lama, en una de sus últimas páginas el Dala Lama, Premio Nobel de la Paz en 1989 (más que merecido) explicaba que si un problema tiene solución no le preocupa, lo afronta y lo soluciona y si no tiene solución tampoco se preocupa pues no hay remedio. Eso suena bonito y quizás a una simplificación humillante pero nos ayudaría no llorar tanto. Quien sabe, pero es difícil que un problema no tenga ninguna solución.
Cambio de tercio pues no puedo dejarlo pasar, una vez más nos hemos quedado mirando el dedo en lugar de mirar a la luna; se celebran los cincuenta años de la reinstauración de la monarquía en España tras la muerte del dictador, y no invitamos a la estrella protagonista, quien más contribuyó a que hayamos tenido cincuenta años de paz. El gobierno de la nación y la corona, muy exquisitos ellos, han valorado más unas relaciones extramatrimoniales y el cobro de unas comisiones muy importantes (no las defiendo) a una hoja de servicio a la Patria por parte de don Juan Carlos I. Alguien se ha preguntado donde estaríamos si don Juan Carlos no hubiera renunciado a sus derechos ejecutivos y se hubiera hecho fuerte con los militares franquistas. No hubiese cesado a Arias Navarro, el carnicerito de Málaga llamado así por su etapa de fiscal, y hubiese seguido con esa parafernalia de los uniformes, camisas azules, consejos del reino y leyes fundamentales del reino. El ninguneo a don Juan Carlos I es indecente, el hizo muchas cosas mal, pero fue generoso como nadie con el pueblo español y creo que se merece que se le haga justicia y se le perdonen sus múltiples errores, que están más que compensados por lo que ha hecho por nosotros.
Ya termino para explicarles mis sentimientos; en los últimos años la Vela, mi deporte, está obteniendo unos resultados deportivos impresionantes. No es fruto de la casualidad sino esencialmente mérito de los deportistas y entrenadores que no ahorran esfuerzos, pero también de personas que como mi amigo Ceferino Vila que murió hace escasos días. En los ochenta con don Jaime Enseñat preparó un programa olímpico para Baleares que dio sus frutos en Barcelona 92 y Atlanta 96 con sendas medallas de oro. Compartí diez años con él en la Federación Balear y nunca escatimo esfuerzo, estudio, criterio y sobre todo bondad. Todo lo que cosechamos hoy no sería posible sin personas como él, esencialmente un hombre bueno. Que el Señor le acoja en su Gloria.





