Desde que tengo uso de razón, el pequeño comercio ha sido una parte esencial de mi vida. Crecí en una familia de comerciantes, en una tienda de barrio donde cada cliente era conocido por su nombre, y cada venta era una historia compartida. Ahora, como presidenta de PIMECO, mi misión es defender y promover ese mismo espíritu que conocí en mi infancia. Pero, ¿qué es PIMECO para mí?
PIMECO para mí no es solo una organización, es el alma de nuestra comunidad. Es la fuerza que une a los pequeños comerciantes de Mallorca, aquellos que día a día abren sus puertas con la esperanza de ofrecer no solo productos, sino también una experiencia única y personalizada. Cada tienda de barrio y sus asociaciones, en los pueblos, en las zonas turísticas, el centro de Palma que tantos ataques sufre, los petit celleres que elaboran vinos magníficos, los mercados, los llibretes todos son un testimonio vivo de nuestra cultura y tradición.
Para mí, PIMECO es una red de apoyo inquebrantable. En un mundo donde las grandes superficies y el comercio online parecen llevar la delantera, los pequeños comerciantes necesitan más que nunca sentirse respaldados. PIMECO es esa red que ofrece asesoramiento, formación y un espacio donde compartir preocupaciones y éxitos. Es la voz de los que no tiene voz, que se alza en defensa de aquellos que eligen mantener viva la llama del comercio.
PIMECO es también un compromiso con el futuro. Cada vez que un pequeño comercio cierra sus puertas, perdemos una parte de nuestra historia y de nuestra identidad. Pero cada vez que PIMECO logra ayudar a un negocio a mantenerse a flote, estamos invirtiendo en un futuro más humano y sostenible. Estamos diciendo sí a una economía local fuerte, a empleos dignos y a una Mallorca auténtica y vibrante.
Para mí, PIMECO representa la magia de lo cotidiano. Es el olor del pan recién horneado en la panadería del barrio, la conversación amistosa con el tendero que conoce tus gustos y preferencias, el consejo experto del ferretero que ha visto crecer a generaciones de vecinos. Es esa sensación de pertenencia y de comunidad que no puede ser replicada por las compras impersonales en grandes superficies.
PIMECO es, en última instancia, una lucha de todos. Como presidenta, me siento profundamente agradecida por el talante de Jordi Mora, su junta directiva, Pimem-Comerç y todos los miembros de PIMECO que, con su generosidad, hemos logrado firmar el entendimiento. PIMECO vuelve a ser la voz del comercio. Estoy inmensamente orgullosa de lo que hemos logrado juntos.
PIMECO no es solo una asociación; es un movimiento, una familia, una visión compartida. Es la certeza de que el pequeño comercio tiene un lugar insustituible en nuestras vidas y en nuestro futuro. Y para mí, ser parte de PIMECO es un honor y una responsabilidad que llevo con orgullo y con el corazón lleno de gratitud y esperanza.