Un problema creciente

El Síndrome de Diógenes o el acumular por acumular

sindrome diogenes

A principios de este mes de noviembre, dos hermanas fallecieron trágicamente a raíz de un incendio declarado en su piso de Palma, por inhalación de humo. Al parecer, ambas víctimas sufrían el llamado Síndrome de Diógenes, ya que tenían su casa llena de trastos, circunstancia que dificultó las tareas de extinción del fuego. El citado síndrome parece ir en aumento en los últimos años, en especial, paradójicamente, en las sociedades más desarrolladas. La peculiar denominación de este síndrome hace referencia al filósofo griego Diógenes de Sinope, que vivió en el siglo V antes de Cristo. Según cuentan las crónicas de la época, Diógenes vivía solo, sin apenas contacto con la gente, caminaba descalzo, dormía en los pórticos de los templos y tenía por vivienda una tinaja.

La psicóloga y miembro del Grupo de Trabajo de Psicología del Envejecimiento del COPIB Teresa Jaudenes explica a mallorcadiario.com que el Síndrome de Diógenes "no está reconocido como una entidad diferenciada en las guías de diagnósticos estándar", si bien "sí puede ser abordado dentro del marco de otros trastornos del comportamiento".

En ese contexto, Jaudenes hace referencia, por ejemplo, al denominado trastorno de acumulación compulsiva, "que sí está reconocido en los manuales de diagnósticos internacionales". Dicho trastorno tiene en común con el Síndrome de Diógenes que ambos "ocasionan problemas de salubridad para la persona que acumula objetos en su casa".

Sin embargo, hay también diferencias entre uno y otro. Así, en el caso del trastorno de acumulación compulsiva, "los objetos que acumula una persona afectada por este trastorno tienen un valor sentimental, práctico o de utilidad". En este caso se trataría, por tanto, de un "apego" que dicha persona tiene a determinadas cosas, "por lo que no puede tirar nada ni desprenderse de ningún objeto".

En cambio, en el caso del Síndrome de Diógenes, este trastorno "viene asociado a otras problemáticas" y "cuenta con factores predisponentes", como podrían ser la soledad o algunos rasgos previos de personalidad, que se van acentuando conforme uno se va haciendo cada vez más mayor. "El hecho de ser mayor no implica que seas más huraño o más suspicaz; lo que ocurre es que si lo has sido a lo largo de toda tu vida, esos rasgos se acusan más en la vejez", subraya.

CONCEPTOS DISTINTOS

Jaudenes añade que no hay que confundir los trastornos citados con el coleccionismo. "Un coleccionista lo tiene todo siempre muy bien organizado; por tanto, puede haber mucha acumulación, sí, pero está ordenada", prosigue. Por su parte, el acumulador compulsivo "no organiza, sino que acumula", mientras que quien padece el Síndrome de Diógenes acumula por acumular, "no porque tenga apego a ningún objeto".

Aun así, "si el coleccionismo produce una acumulación tal de objetos que acaba generando dificultades en la vida diaria del coleccionista, también se tendría que tratar". Pensemos, por ejemplo, en una persona que colecciona libros.

"Cuando empieza a haber ya una serie de consecuencias en la propia salud de esa persona, en su relación con los demás o en su vida laboral, es cuando ya se tiene que empezar a hablar sobre ello y ver qué está pasando ahí", recalca esta psicóloga, para apostillar: "Si me encierro sólo para leer libros, abandonando otras actividades, ese comportamiento pasa a ser obsesivo y puede acabar traduciéndose en un trastorno".

Normalmente, el Síndrome de Diógenes se suele asociar a la acumulación de basura y de suciedad, pero no siempre es así. "Al principio, cuando uno empieza a acumular cosas, a lo mejor no se puede detectar bien este problema", reconoce. Lo que sí es cierto es que, por regla general, suele haber un proceso de dejadez progresivo, que se va iniciando poco a poco. "A partir de un determinado momento, empieza a haber un abandono de todo, por ejemplo de la higiene personal y de la limpieza de la casa", especifica.

ATENCIÓN VECINAL

"Son personas que teniendo necesidad de todo, no demandan nada", afirma Jaudenes igualmente. Al mismo tiempo, "suelen vivir muy aisladas, con un aislamiento voluntario y eluden las relaciones sociales". Todas esas características hacen ver o como mínimo sospechar que podemos encontrarnos ante personas con un Síndrome de Diógenes. "Además, a veces no utilizan ya el agua, ni se alimentan adecuadamente, ni limpian los platos, ni tiran la basura", concreta.

De ese modo, todo se va acumulando de forma paulatina y al mismo tiempo no hay ya tampoco ninguna acción de higienizar el entorno. La cronificación de esa situación potencia la posible aparición de infecciones o de un constatable deterioro físico, a lo que hay que añadir que habitualmente hay un comportamiento o una actitud hostil de las citadas personas hacia sus posibles vecinos.

Por todo ello, "por haber perdido toda posible relación con el mundo", a veces estas personas fallecen sin que nadie perciba su defunción, ni sus allegados más próximos ni sus vecinos. "En más de una ocasión, un vecino ha percibido un olor muy fuerte en un piso, ha llamado a los servicios de emergencias y estos han encontrado muerta a una persona en el interior de la casa", ejemplifica.

Jaudenes explica, por otra parte, que "la edad tiene que ver con todas estas situaciones", que pueden darse con independencia del nivel intelectual, económico o cultural de las mencionadas personas. Algunas veces, el Síndrome de Diógenes "viene asociado a algún deterioro cognitivo o a algún desorden psiquiátrico o neurológico, como por ejemplo una esquizofrenia, una depresión o una adicción".

ACTUACIÓN INTERDISCIPLINAR

Es importante que en el caso de las personas mayores, "sus vecinos estén siempre un poco atentos, porque es posible que algunas de esas personas no tengan lazos afectivos ni familiares con nadie". El hecho de que la mayoría de ellas estén ya jubiladas hace que, además, no tengan ya tampoco ningún seguimiento laboral ni ningún reconocimiento social, lo que puede contribuir a hacer aún más difícil la detección de algún posible problema en dichas personas.

"Si como vecinos vemos que en nuestra finca hay una persona mayor a la que nadie va a ver nunca, que es muy solitaria o que se comporta de manera esquiva, deberíamos empezar a preocuparnos por la posibilidad de que pueda acabar padeciendo un Síndrome de Diógenes o de que incluso llegue a fallecer en soledad", aclara, para matizar seguidamente: "Aunque es cierto que son personas difíciles de abordar, por su mismo carácter y su situación".

Un hecho que Jaudenes destaca es que este síndrome parece afectar más a las mujeres que a los hombres, "pero no por el género en sí, sino por el hecho de que como las mujeres viven más tiempo, hay más casos". Por lo que respecta a una posible edad de inicio de estas problemáticas, indica que es muy difícil poder dar un dato tan específico como este, ya que hay personas con ochenta años que están en perfectas condiciones y otras que con cincuenta años empiezan a no encontrarse bien.

Una vez que se ha descubierto que alguien puede estar empezando a padecer el Síndrome de Diógenes, esta situación "tiene que abordarse de un modo interdisciplinar e integral". Por ello, se hace necesaria una coordinación específica que suele implicar varios niveles, como por ejemplo "familia si la hay, servicios sanitarios, servicios sociales y cuerpos de seguridad".

COMPORTAMIENTO DESADAPTATIVO

Nuestra interlocutora, que es también la psicóloga de una residencia de Mallorca, recuerda que en alguna ocasión un juez ha decretado el "ingreso involuntario" de una persona en el centro en el que trabaja "por haberse detectado una situación como la descrita en su estadio inicial". En las residencias, recalca, "hay más medios para poder ayudar a esas personas a hacer limpieza de todo lo que acumulan".

"En general, todo el mundo puede vivir a su manera, mientras su comportamiento sea adaptativo", prosigue. Sin embargo, es posible que una persona en exceso solitaria o aislada empiece a tener una serie de dificultades. "Si las afronta, no pasa nada, pero si no las afronta, de una dificultad se pasa a un problema, y este problema puede acabar derivando en un trastorno", resume.

En ese sentido, "cuando lo que estás haciendo comienza a afectar ya a tu vida diaria, tu salud, tu relación con los demás y tu relación con el mundo, es que está pasando algo desadaptativo en tu vida; por lo tanto no estás bien". Es a partir de ahí cuando empieza a ser ya necesaria la ayuda de un profesional.

Incluso estando bien, nunca está de más escuchar la opinión de una persona sabia o experta, calificación que también se podría aplicar al propio Diógenes de Sinope, el filósofo que involuntariamente acabó dando nombre al mencionado síndrome. Una de las sentencias más célebres de este pensador nacido hace casi 2.500 años decía que "el que tiene más es el que está contento con menos". Seguramente, todavía hoy esa sentencia siga siendo tan válida y certera como lo era ya entonces.

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