Hace ya mucho tiempo que se le ha dado demasiado protagonismo a los dos extremos del arco lingüístico, para nuestra desgracia. Por un lado, hemos dejado que quienes defienden el catalán pero además quieren indisimuladamente arrinconar el castellano tengan mucho poder y, por otro, está creciendo un movimiento castellanista irracional, que incorpora un cierto desprecio a lo autóctono. Ahora se han enfrentado en Sineu, en un debate que no nos conduce a ningún lugar. En Baleares las dos lenguas tienen que convivir; las dos han de ser instrumentos de diálogo, de convivencia. Las dos han de ser admitidas porque están condenadas a convivir. Las dos han de ser enseñadas y respetadas y las dos han de ser tolerantes. Lo contrario nos puede conducir a vivir todo el tiempo en enfrentamientos absurdos como los de Sineu, que pueden repetirse tanto como queramos. Y que no llevan a nada bueno.





