Hoy, 29 de abril, se celebra el día europeo de la solidaridad y cooperación entre generaciones. El objetivo fundamental es concienciar a los ciudadanos europeos, y del resto del mundo, de lo mucho que las personas que llamamos de la “tercera edad” pueden aportar a nuestra sociedad y de porqué las personas de las generaciones más jóvenes deben considerar a nuestros mayores como fuente de conocimiento, experiencia, consejo y consulta.
Hasta hace unos pocos años nuestros mayores estaban relegados a un papel de poco más que de canguros de los nietos. Eran los encargados de llevar o ir a recoger a los niños al colegio o a la guardería y de cuidarlos siempre que los padres no pudieran, o quisieran tener unas horas de asueto. En el momento actual, debido a la crisis económica, nuestros mayores han ampliado su rol social y se han convertido en un pilar básico de muchas familias, cuando sus hijos y nietos han tenido que volver a vivir ellos y sus pensiones se han convertido en el ingreso básico, y a veces único, de la familia.
Esta protección familiar es fundamental en nuestra sociedad y es una de las causas que explican que, a pesar de la crisis económica y sus brutales consecuencias, aun no se haya producido en nuestro país una auténtica explosión de conflictividad social, pero no es el sentido último de la instauración del día europeo, que pretende más instaurar entre nosotros un estado de opinión que reconozca la importancia del papel que nuestros mayores pueden jugar y que merece nuestro pleno reconocimiento.
En este tema nos puede servir de referencia el ejemplo chino. En China el respeto y la reverencia por los mayores era parte de la misma esencia de la sociedad. Se les consideraba depositarios tanto de la sabiduría tradicional como de la derivada de la experiencia vital que atesoraban. Los mayores eran cuidados y respetados por las generaciones más jóvenes, hijos y nietos y, a cambio, no solo cuidaban de los niños cuando los más jóvenes debían ausentarse por motivos laborales, sino que aportaban a la familia experiencia, conocimientos, sapiencia y buen juicio. En la China actual, con su desarrollo económico acelerado y su urbanización rampante, estos valores tradicionales están en peligro y muchas familias están adoptando los estándares occidentales, en los que los mayores se están convirtiendo, en el mejor de los casos, en meros cuidadores de los nietos.
Esta deriva está preocupando a muchas personas en China y también al gobierno, que consideran que el crecimiento económico no debería poner en riesgo el patrón tradicional de respeto y consideración a los mayores de la familia tradicional china. Conservar la tradicional solidaridad intergeneracional de la sociedad china es ahora una prioridad de las autoridades chinas.
Aquí, en occidente, deberíamos aprovechar la difícil coyuntura económica actual para establecer las bases de un nuevo paradigma de relación entre generaciones que perdure más allá de la crisis presente y que introduzca, o reintroduzca, valores de cooperación intergeneracional que impliquen un respeto mutuo y una justa valoración de lo que cada generación puede aportar al bienestar común.





