Tres años de obras y mil plazas menos

El pasado 10 de noviembre de 2025, el ministro Óscar Puente visitó el Paseo Marítimo de Palma tras su remodelación y el alcalde de la ciudad, Jaime Martínez, declaró públicamente que este no es el Paseo Marítimo que queríamos. Una frase que resume con claridad el sentimiento compartido por muchos ciudadanos y, especialmente, por los comerciantes y restauradores que vivimos y trabajamos en su entorno. Desde la patronal que tengo el honor de presidir, hemos alzado la voz junto con los empresarios del Paseo ante la eliminación de más de mil cien plazas de aparcamiento, una decisión que está provocando pérdidas de clientela, caídas de facturación y, en algunos casos, situaciones insostenibles para negocios que ya soportaron tres años de obras justo frente a sus puertas. Ningún comercio resiste tres años de zanjas, polvo y acceso restringido sin consecuencias.

El Paseo Marítimo se fue construyendo a lo largo del siglo XX y fue pensado para durar un siglo. Era una infraestructura robusta, funcional, integrada en la vida cotidiana de la ciudad. La reforma actual, sin embargo, no ha sido concebida con la misma visión de futuro. Faltan aparcamientos, tanto subterráneos como en superficie, faltan zonas de carga y descarga y, en algunos tramos, incluso hay menos espacio útil para el peatón que antes. Aunque visualmente el resultado pueda parecer agradable, resulta poco práctico para la vida diaria de quienes usan o trabajan en la zona.

El proyecto oficial hablaba de pacificar el tráfico, devolver espacio a peatones y bicicletas e integrar el puerto con la ciudad. Sobre el papel suena bien, pero la realidad es otra. Hoy hay menos accesibilidad para los clientes que antes aparcaban cerca para ir a comer, comprar o simplemente disfrutar del paseo. La supresión de plazas de aparcamiento no solo ha alejado a los visitantes, también ha complicado la logística diaria de los negocios. Los repartidores no encuentran dónde detenerse, los proveedores deben descargar a mayor distancia y muchos clientes, después de dar varias vueltas, terminan marchándose.

Todo ello refleja que no se ha escuchado lo suficiente a quienes mejor conocen el pulso de la ciudad: los comerciantes, los vecinos y los profesionales que cada día mantienen viva esta zona. Y lo más preocupante es que no se ha tenido la visión de futuro necesaria para asegurar que esta reforma dure los próximos cien años, como sí lo hizo la anterior.

La gente está muy enfadada con esta reforma. Da la sensación de que lo que se busca es potenciar el futuro centro comercial del Club de Mar, trasladando allí los cruceros para favorecer el nuevo complejo comercial y de ocio que se va a construir en esa zona. Todo apunta a que, si se construye un nuevo aparcamiento, el primero será el del Club de Mar, porque allí habrá tiendas, restaurantes y plazas para clientes. Mientras tanto, el resto del Paseo se apaga. Cada semana aparecen nuevos carteles de “Se alquila” y “Se traspasa”, una imagen desoladora que refleja la desesperación de muchos comerciantes que no podrán prosperar en estas condiciones.

A esto se suma una planificación urbana incomprensible. Los contenedores de basura se han colocado en medio, entre los dos viales, obligando a la gente a cruzar la carretera para tirar la basura, en algunos casos sin estar frente a un semáforo. Es una situación peligrosa y un ejemplo más de decisiones mal pensadas. Y, por supuesto, está el problema de siempre: sin aparcamiento, esta zona nunca volverá a reflotar. Es tremendo ver cómo un espacio emblemático de Palma, que durante décadas fue el escaparate de la ciudad, se apaga poco a poco por falta de sentido común y de planificación.

Pedimos que, como se está haciendo hasta ahora, se mantenga y mejore la coordinación de los semáforos para evitar atascos innecesarios y facilitar una circulación más fluida en todo el Paseo Marítimo. Y pedimos, sobre todo, que el primer aparcamiento que se construya sea el de la zona de Antoni Maura y el de la Avenida Argentina, donde realmente hace falta, donde la gente vive, trabaja y compra, y no solo donde se van a abrir nuevas tiendas dentro de un futuro complejo privado.

No todo, sin embargo, es negativo. Sería injusto no reconocer que la estética urbana ha mejorado y que la nueva imagen del Paseo es más amable para el visitante. Se han ganado zonas verdes y se ha creado un entorno más agradable para peatones y ciclistas. Pero para que ese potencial se materialice, es necesario corregir errores, escuchar a los afectados y adaptar la gestión a las verdaderas necesidades del entorno.

Hoy, tras tres años de obras y con muchas luces y sombras, los comerciantes seguimos reclamando algo tan básico como el derecho a trabajar en un entorno accesible, funcional y sostenible. Queremos que el nuevo Paseo Marítimo sea un símbolo de futuro y no un recuerdo de oportunidades perdidas. Por eso insistimos, si realmente se quiere reactivar la zona y darle vida al Paseo, hay que empezar por devolverle lo que le han quitado, y eso pasa por crear aparcamientos cercanos al centro, garantizar la seguridad de los peatones y devolver a los comerciantes la confianza en que esta gran obra sirva también para ellos.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Un comentario

  1. Vivo justo frente al paseo marítimo, ese que tantos años vimos en obras y que, por fin, hace poco volvió a abrirse a la vida de la ciudad. Quienes residimos aquí pensábamos que, tras tanto polvo y ruido, llegaría una etapa más tranquila, más amable, donde los vecinos pudiéramos volver a disfrutar del mar y del movimiento diario sin sobresaltos.

    Pero estos días, al mirar por la ventana, lo que se ve es otra cosa: una enorme carpa blanca que ha aparecido de la noche a la mañana en una de las zonas más visibles del puerto.

    No voy a entrar en polémicas ni en señalar responsabilidades, pero cuesta entender ciertas decisiones. No porque uno no quiera ayudar, la mayoría de los vecinos somos los primeros en comprender la necesidad de acoger y ofrecer techo a quien lo necesita, sino porque cuesta entender por qué se ha elegido precisamente este punto.

    Esta parte del paseo es, para muchos visitantes, la primera imagen que tienen de Palma. Aquí desembarcan miles de cruceristas cada semana, cámaras en mano, listos para conocer la ciudad. Y ahora lo primero que verán será esa carpa: improvisada, funcional, pero también fría y fuera de lugar. Es difícil no sentir cierta tristeza. Después de años de reformas, con tanto esfuerzo invertido en embellecer la zona, parece que no se ha pensado del todo en la coherencia del entorno ni en lo que transmite esta imagen de provisionalidad.

    Lo más curioso es que Palma tiene espacio de sobra. Hay recintos amplios, zonas menos transitadas, polígonos y edificios municipales donde podría habilitarse un lugar igual de digno, igual de seguro, pero sin estar justo en el corazón turístico de la ciudad. Porque acoger y cuidar no está reñido con planificar bien.

    Los vecinos no pedimos mucho. Solo sentido común. Queremos que nuestra ciudad siga siendo hospitalaria, solidaria y humana, pero también ordenada, respetuosa con su paisaje y con quienes la habitan y la visitan. Ojalá que esta carpa sea solo una solución temporal y que pronto pueda trasladarse a un espacio más adecuado, donde quienes lleguen encuentren no solo cobijo, sino también tranquilidad y respeto por parte de todos.

    Desde aquí, con la mirada puesta en el paseo y el mar que tanto queremos, solo pedimos coordinación, diálogo y empatía. Que las instituciones trabajen juntas Puerto, Govern, Consell y Ayuntamiento, para encontrar soluciones sostenibles, equilibradas y con visión de futuro.

    Porque Palma merece planificación, no improvisación. Y porque la solidaridad, cuando se organiza con sensibilidad y sentido común, siempre se ve mejor que una carpa blanca frente al mar.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias