Dos ejemplos, de esta misma semana.
Uno. «España tiene hoy el doble de población migrante que hace 20 años y, sin embargo, la delincuencia está en mínimos históricos». Lo dice Elma Saiz, ministra de Ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, y tiene la virtud de condensar dos falsedades con economía de medios. Para empezar, llega a la conclusión de que delincuencia está en «mínimos históricos» a través de dos atajos tramposos. Primero, la metodología ha cambiado y ya no incluye los ciberdelitos (Matemáticas Barrio Sésamo: si de un conjunto quitas una parte, el conjunto resultante es menor). Pero además la ministra suma groseramente peras y manzanas. Resulta que algunos delitos (como los hurtos) han disminuido, pero los delitos graves (como los asesinatos) han aumentado. También han aumentado muy notablemente las agresiones sexuales: entre 2017 y 2023 se han multiplicado por 3,75; es notable que el «gobierno más feminista de la historia» lo pase alegremente por alto. La segunda falsedad está implícita: hay más inmigrantes y menos delitos, así que no sólo no traen inseguridad, sino la virtud de reducir el crimen. Pero si se consulta el INE se comprueba que, porcentualmente, los inmigrantes tienen entre 3 y 4 veces más condenas que los aborígenes españoles. Ya, pero porque son más jóvenes y más pobres, argumentan algunos. Acudamos entonces a la franja de 18 a 30 años y a un delito en el que la pobreza no parece que tenga mucho que ver, la agresión sexual con penetración: el porcentaje de agresores inmigrantes es 2, 5 veces el de españoles. No se trata de estigmatizar a los inmigrantes: sólo una pequeña fracción delinque. Pero no es admisible una trola en directo de la responsable de inmigraciones, que se quita de este modo cualquier responsabilidad en el asunto.
Dos. María Jesús Montero, ministra de Hacienda y candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía, se ha burlado de las comunidades del PP que se resisten a que «les condonen la deuda». ¡Qué estúpidos, no quieren que les perdonen la deuda, ja, ja! Esto hay dos maneras de verlo, y la primera, de nuevo, es con matemáticas Barrio Sésamo. Tres hermanos, A, B y C tienen deudas con el banco; A debe 1.000€, B debe 150€ y C debe 50€. El padre (que le debe un favorcillo a A) decide «condonar» todas las deudas asumiéndolas él. Ahora los hijos han sido «liberados» de sus deudas, pero el padre les deja en herencia una de 400€ a cada uno. Es decir, no ha habido una condonación sino un reparto injusto, como si uno que ha comido caviar propusiera pagar a escote a los que han comido lentejas. La segunda manera, más sofisticada, es analizar cuál ha sido la financiación de las CCAA en los últimos años, y (comparando competencias homogéneas) ver cuáles han estado infrafinanciadas (tradicionalmente ha sido Valencia). En este sentido, la asunción de deuda autonómica podría estar justificada para compensar una infrafinanciación previa que la habría ocasionado, pero resulta que Cataluña, la Comunidad más liberada de deuda, no ha estado infrafinanciada. La realidad es que ésta no es una decisión de justicia, sino una exigencia de los nacionalistas a los que Sánchez debe sus votos. Que, además, se complementa con el cupo catalán que está siendo negociado: si se aprueba supondrá que la comunidad de Cataluña no aportará al resto de España nada más que su deuda, que va a compartir generosamente con el resto de españoles. Segunda trola ministerial en directo.
Cuando existe una voluntad deliberada de engañar al oyente, el político no suele recurrir a la mentira directa (que es más fácil de detectar) sino al bullshit, la palabrería hueca. Así ocurre, por ejemplo, cuando Sánchez (que tiene imputados a sus sucesivos Secretarios de Organización, a su Fiscal General y a media familia, y tiene a una fontanera intentando echar basura a los fiscales y a la Guardia Civil) le dice a Pepa Bueno que es inflexible con la corrupción. Hay por ahí una ley informal que dice que el tiempo que se necesita para producir bullshit es decenas de veces inferior al que se necesita para desmontarlo, y por eso los charlatanes recurren a él con tanta frecuencia. Pero ahora estamos en una fase en la que ni el mentiroso ni el charlatán padecen un coste reputacional cuando es detectado. Así que en cierto modo esta columna que yo he tenido que escribir, y ustedes han tenido que leer, no va a servir de mucho. Disculpen.





