No hace ni un mes que las autoridades socialistas, de prisa y corriendo, pagaban subvenciones a la Obra Cultural Balear para su sacrosanta defensa de la lengua, única preocupación de sus responsables. Pero no va a pasar ni una semana desde que el nuevo equipo de Cort llegue a sus poltronas para que la entidad organice una protesta en Blanquerna contra la decisión municipal de permitir nuevamente el tráfico. Es inevitable sospechar que la Obra Cultural Balear está actuando políticamente, más allá de la lengua, más allá de sus supuestos intereses, en defensa de las posturas de ciertos partidos. Lo contrario significaría decir que la lengua catalana depende de cuántos coches pasen por Blanquerna. Pero también es llamativo cómo esta organización acepta actuar en nombre de los partidos políticos que la amparan y la financian. Si aplicáramos algunos criterios que se han empleado contra cargos y gestores del Partido Popular en la última legislación, aquí habría de producirse alguna visita a los juzgados.
