La ruptura de Junts per Catalunya con el Gobierno de Pedro Sánchez certifica que el Ejecutivo de coalición de PSOE y Sumar se ha quedado sin mayoría parlamentaria y, por tanto, incapaz de impulsar iniciativas legislativas ni aprobar las cuentas públicas.
La legislatura está agotada. Lo coherente, lo sensato y lo democrático sería que el presidente del Gobierno reconociera la nueva realidad política y convocara elecciones generales anticipadas.
El Ejecutivo ha perdido el respaldo que obtuvo el 16 de noviembre de 2023 durante la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno; y lo ha hecho en el peor momento posible: sin Presupuestos Generales del Estado aprobados y con las cuentas prorrogadas de la anterior legislatura.
En una democracia parlamentaria como la española, la pérdida de apoyos políticos en las Cortes no es un detalle menor ni una incomodidad temporal; es una cuestión de legitimidad. Cuando un presidente no puede garantizar una mayoría estable para sacar adelante leyes, presupuestos o decisiones esenciales, está obligado a actuar con responsabilidad institucional: someterse a una moción de confianza o disolver las Cortes y devolver la palabra a los ciudadanos.
La opción de resistir, de atrincherarse en La Moncloa fingiendo normalidad, sería un error grave y una falta de respeto al sistema democrático. Un Gobierno sin mayoría efectiva, sostenido por el tacticismo y las maniobras reglamentarias, no gobierna: sobrevive.
Junts ha retirado su apoyo, y con él se derrumba el frágil andamiaje que sostenía la legislatura
Pedro Sánchez ha hecho del equilibrio imposible su forma de gobernar, pero ese equilibrio se ha roto. Junts ha retirado su apoyo, y con él se derrumba el frágil andamiaje que sostenía la legislatura. Mantenerse en el poder a cualquier precio no es un acto de fortaleza, sino de debilidad política.
El Gobierno debería asumir la nueva situación derivada de la ruptura con Junts, aceptar que la "mayoría progresista" de la que tanto presumía, no existe; y someterse a una moción de confianza o convocar elecciones.
O Pedro Sánchez recobra la confianza del Congreso, o debería devolver la palabra a la ciudadanía, para que los españoles elijan en las urnas una mayoría que sí esté en condiciones de gobernar con estabilidad y el respaldo político del Parlamento. Cualquier otra cosa sería prolongar una agonía institucional que acabará perjudicando al país en su conjunto, pero también a PSOE y Sumar.
Un Gobierno sin un una mayoría parlamentaria que respalde sus decisiones, no gobierna nada. Y eso lo sabe perfectamente Pedro Sánchez y la totalidad del Consejo de Ministros.





