Una nueva pandemia política y moral

Sin duda, los españoles somos diferentes. La gestión de la pandemia, se mire como se mire, constituyó una dejación de la primera de las responsabilidades de cualquier gobierno: gobernar. Sánchez decidió, una vez decaído el estado de alarma (8.05.2021), dar paso, sin solución de continuidad, a un estado del caos. No quiso impulsar una legislación alternativa al estado de alarma. Todos padecimos lo que fue aquello. Llegó a endosar al TS la gestión de la pandemia. España, en consecuencia, quedó de hecho instalada en un mundo al revés.

Semejante desorden en la gestión tuvo su reconocimiento. Nuestro Gobierno fue el que peor gestionó, entre los países desarrollados, la crisis del Covid. Ahí están los estudios internacionales que lo acreditan: Cambrigde, The Economist, Blomberger y John Hopkins. Por si fuera poco, la Sentencia del TC, 14.07. 2021, declaró inconstitucionales los apartados 1, 3 y 5 del art. 7 del Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declaró el estado de alarma para la gestión de la situación ocasionada por el Covid-19.

Recientemente, finales de 2024, apareció el reputado Informe del Congreso USA, el más serio de los existentes hasta hora (cf. Juan C. Rodríguez, El demoledor informe de EEUU sobre las decisiones equivocadas de la pandemia, TO). La simple lectura de las conclusiones que ha seleccionado Juan C. Rodríguez produce verdadera indignación. Cuesta creerlo. Pero, más cuesta desmontarlo. ¡Vaya irresponsabilidad!¡Qué gente rige los destinos del mundo! Lo grave es que siguen contando con nuestro apoyo. Los españoles, por supuesto, no nos queremos enterar de qué fue el desgobierno que soportamos. ¡No tenemos remedio!

Pues bien, cuando lo prudente hubiese sido guardar silencio, al ‘sanchismo’ no se le ocurre otra cosa que celebrar la efemérides de la pandemia a la contra. Y hacerlo, como nos tienen acostumbrados. Es decir, mediante la instrumentalización dela tragedia contra la adversaria política: Isabel Ayuso. Hubo de todo lo indecible (eslóganes terroríficos, insultos por doquier, mentiras a gogó, alteración de la cifra de muertos en residencias, propaganda y sectarismo, acusaciones de ‘asesinatos’, alteración de instituciones democráticas, más dolor en los familiares de los fallecidos, etc.). Hemos asistido a una miserable campaña sobre la supuesta base de los ancianos fallecidos en las residencias madrileñas.

El ‘sanchismo’, enemigo y líder internacional contra la ultraderecha, según proclama a diario, acepta la táctica de Göbbels, consistente en creer que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Todo su entorno, a todos los niveles, se entrega a tan maléfica actividad. Y da origen a una nueva pandemia política y moral. Esto es, infectan la convivencia ciudadana con la mentira, con la manipulación, con la división y el enfrentamiento, con el desprestigio hacia profesionales de la medicina, con el desprecio a la oposición. Como dice el refranero español, “por si éramos pocos parió la abuela”.

Claro que hubo triajes en los hospitales. Verdaderos dramas morales a los que hubieron de enfrentarse todos los días los intensivistas y geriatras. “¿Quién, desde fuera, tiene derecho a juzgarlos”?, me pregunto con Maite Rico. Una vez más, viene a mi memoria Antonio Machado. Sin duda, somos “un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín”.

Puestos a realizar valoraciones críticas, además de las anteriormente expresadas, puede ser de utilidad la transcripción del interrogatorio de Maite Rico, en las páginas de “El Mundo” y que pone en entredicho a esta desnortada y sectaria izquierda: “¿La ministra Mónica García, anestesista que se pilló una baja cuando estalló el Covid? ¿Los liberados sindicales que no se incorporaron a sus puestos? ¿Los periodistas que hacían mofa del virus antes del 8-M? ¿Podemos que se pasó la pandemia haciendo videos contra Amancio Ortega y Juan Roig? ¿O Pedro Sanchéz cuyos mosqueteros esparcían la corrupción por ministerios y autonomías socialistas? ”Una verdadera pena. Un gran escándalo de insolidaridad. Una muestra de deshumanización total. Siempre, condimentando, presuntamente, la convivencia con la envidia y el odio. ¡Estamos apañados! Ahora hemos de padecer esta nueva pandemia política y moral. ¡No asustarse! Todo es superable.

 

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