El Lugo levantó muchas expectativas en su arranque, pero bajó mucho en el segundo tercio de la liga y más aún en la segunda vuelta del campeonato, en la que perdió a uno de sus talismanes, Alfonso Pedraza, al que no ha logrado sustituir. Por añadidura viaja a Palma sin Joselu, su máximo goleador, que relegó a Caballero al banquillo y no ha utilizado a Damiá, que fue cedido por el Mallorca cláusula del miedo incluida, una de las asignaturas pendientes del obsoleto reglamento de la Federación Española que debería impedir tal práctica, generalmente más beneficiosa para los grandes que para los pequeños. Es decir, el equipo de Luis Cesar Sampedro, cuyo puesto pende de un hilo, no ha sido un visitante de mucho relumbrón, sólo ha ganado dos veces fuera de casa, aunque ha empatado ocho, que es una buena cifra aunque sirva para poco. Y aquí, en Son Moix, se juega sus ya escasas opciones de meterse en puestos de play off.
Olaizola ha vuelto a hacer rotaciones. Más allá de su convicción de mejoría que no se traduce en resultados, ha dejado de confiar en Moutinho, que no jugó ni un minuto en Murcia y ni siquiera ha entrado ahora en la convocatoria, de la que también sale Joan Oriol, recambio en la Condomina. El resto de las ausencias han dejado de ser noticia, sobre todo las de los aún lesionados Roberto Santamaría y Juan Rodríguez, o los denostados Salomao y Oscar Diaz. A la columna vertebral que parte de Yuste y pasa por Juan Domínguez y Culio, le falta la pieza más adelantada que, en suma, daría sentido al esfuerzo global que, eso si, nadie puede discutir.
No cabe insistir en el carácter trascendental del encuentro porque nos tememos que, desgraciadamente, va a ser así en cada una de las catorce jornadas que le quedan al presente curso.