La acuñación de nuevas monedas en España con la efigie del monarca en un lado y el lema de 70 años de paz en el otro ha levantado los ánimos de la bancada más izquierdosa, especialmente de aquellos que pretenden patrimonializar la república, para desgracia de los republicanos, dicho sea de paso.
Que la leyenda que figura en ellas recuerde a la de los "25 años de paz" que el régimen franquista, en pleno lavado de cara tecnócrata, celebró en 1964, -comandado por Manuel Fraga- les lleva a espetar toda suerte de sandeces, atribuyendo a Felipe VI la resurrección del franquismo, del que esta tropa parece ser que todavía no se ha recuperado.
Su argumento es que el franquismo no fue una época de paz y que, por tanto, no podemos celebrar 70 años de ídem.
Vayamos por partes. Para empezar, los hay que todavía no se han dado cuenta de que estamos ante una campaña que se celebra en toda la Unión Europea y que figura, hasta el momento, en monedas de Portugal, la República Francesa y España, acuñadas todas ellas en 2015. No se celebran 70 años de paz en España, sino la victoria de los aliados contra el nazismo de 1945 y la concordia posterior que dio lugar al nacimiento de lo que hoy es la Unión Europea. En 1945, España y Portugal eran dictaduras, supuestamente neutrales durante la II Guerra Mundial, ya lo sabemos. La una, derrotada, y la otra, victoriosa, si atendemos a la posición de sus respectivos aliados. Franco no tenía entonces nada que celebrar, aunque ya se intuía que nacía un nuevo imperio totalitario en el Este y que España no iba a quedar permanentemente aislada. Otra cosa fueron los sucesivos paripés diplomáticos con el régimen franquista, hasta que en 1956 el Estado Español reingresó en el concierto de las naciones, entonces ya la Organización de Naciones Unidas.
Franco gobernó dictatorialmente España desde el 1 de abril de 1939 -en la zona nacional, desde el 1 de octubre de 1936- hasta sus últimos días en noviembre de 1975. Entre 1939 y 1945, la dictadura ejerció una dura represión sanguinaria y el país estuvo en vilo por si finalmente entrábamos en guerra, cosa que finalmente no sucedió. Pero la masacre que asoló Europa terminó y dejó devastado gran parte de su territorio, patrimonio y población y entonces surgió el europeismo democrático, como garantía contra un futuro conflicto en el viejo continente.
En España, entre 1945 y 1975 continuó habiendo un régimen totalitario y antidemocrático, pero no debemos confundir libertades y paz.
Y aclaro que, para mí, el valor superior de una sociedad no es la paz -el pacifismo a ultranza acaba tolerando las dictaduras-, sino la libertad, como evidencia la torpe posición de las democracias occidentales frente al nazismo en la preguerra mundial.
En la España de Franco, salvo para aquellos que continuaron combatiendo al régimen -muchísimos menos de los que ahora algunos pretenden hacernos creer- entre 1945 y 1975 hubo paz. Sin libertad, con exilio, represión cultural, religiosa y de todo tipo, con penas de muerte y presos políticos, pero paz. Ciertamente, esa no es la clase de paz que celebramos ahora en Europa, pero a ver si vamos a acuñar un nuevo concepto en virtud del cual solo existe paz en los regímenes plenamente democráticos.
Lo digo porque a algunos de los que tanto se exaltan y cacarean contra la negada paz y contra inoportunidad del lema de la monedita, no les vaya a salir el tiro por la culata, ya que entonces en toda la historia de la URSS y sus satélites no habría existido ni un solo minuto de paz en el sentido sesgado a que hacen referencia. En Cuba no habrá existido tampoco paz desde Batista a nuestros días, aunque muchos críticos del franquismo han viajado allí para hacerse fotos ante los muros con consignas y retratos del Ché y explayarse en las lujosas virtudes de la dictadura comunista. En Irán, en Arabia Saudí, en Corea del Norte, en Sudán, ¡en la China!, se ve que siguen en guerra, porque de democracia, cero patatero. En la supuestamente democrática Venezuela de Maduro, hay más víctimas por muerte violenta (del orden de 25.000 anuales) que en España durante todo el período 1945-1975. Ciertamente la represión de posguerra fue brutal, pero si comparamos cifras, la enorme población reclusa que existía en España en 1939 se había reducido a un 16 por ciento -de 271.000 a 44.000- en 1945. Las víctimas de la represión, según diversos historiadores, rondarían los 150.000, pero computando desde el inicio de la guerra y concentradas muy significativamente entre 1936 y 1945.
Estamos ya en plena campaña electoral y hay que lograr que la gente menos formada se mueva por falacias para que no vote al adversario, o para hacernos creer que continuamos viviendo en aquel pérfido régimen que, por fortuna, expiró totalmente el 6 de diciembre de 1978, aunque para algunos siga vivo en su imaginación.




