Aunque ahora me resulte en ocasiones un poco difícil de creer a mis casi 58 años, alguna vez yo también fui un bebé, un bebé que gateaba, que miraba el mundo sorprendido, que aún no hablaba y que, según mi madre, sonreía mucho y apenas lloraba.
Alguna vez fui también un niño, un niño que jugaba al fútbol en la playa, en el patio del colegio, en un descampado que había cerca del Parc de la Mar, en la terraza de la vieja fábrica familiar de es Molinar e incluso también a veces en el comedor de nuestra antigua casa, siempre como portero. Alguna vez fui también un buen estudiante en la escuela, que además tenía mucha energía, aunque ya entonces era un poco reservado y melancólico. También entonces, durante dos años, fui monaguillo, algo que me gustaba mucho y gracias a lo cual no tuve que pagar ninguna mensualidad en séptimo y octavo de EGB.
Alguna vez, al menos alguna vez en nuestras vidas, todos fuimos bebés, niños, adolescentes, jóvenes... mientras en nuestras vidas se sucedían las estaciones y ocurrían muchas cosas, y pasaban los años, y el mundo cambiaba, y nosotros con él. Y nos consta que fue así porque por mucho que haya podido ser el tiempo transcurrido desde entonces, siempre nos quedan los recuerdos, que a menudo incluyen también determinadas ilusiones del pasado. ¿Quién no creyó al menos alguna vez que la juventud duraría acaso para siempre, a pesar de haber leído quizás «Canción de otoño en primavera» del maestro Rubén Darío? ¿O quién no soñó en algún momento que su vida sería completamente distinta a como quizás finalmente ha sido o está siendo ahora?
Nuestros recuerdos personales son como un viejo «álbum» que nos muestra fotografías de una persona que somos nosotros mismos y que al mismo tiempo ya nunca volverá a ser, como tampoco son ya iguales las personas que aparecen junto a nosotros o muchos de los rincones que recogen esas imágenes. Y cuando «miramos» ese álbum, con mayor o menor frecuencia, pensamos que así fuimos en el pasado y que fuimos también felices al menos en algún instante, en algún momento de nuestras vidas. Así fue, sí. Alguna vez.