Socías ya ha hecho público su deseo de enfrentarse a una Armengol que pretende un congreso a la búlgara, al más puro estilo Rajoy-Rubalcaba. Y si el delegado del Gobierno ha dado un paso al frente, es porque dentro del PSIB hay una corriente que le ha animado. Dos factores juegan en contra de Armengol: los resultados y su ideología. Los resultados los conoce todo el mundo –ha bajado su cuota de votos del 30,16 por ciento en 2007 al 23,61 por ciento este año, o lo que es lo mismo, que ha perdido más de 20.000 en cuatro años para no alcanzar ni los 80.000-. También es de sobra conocido que la política tiene postulados en ocasiones más cercanos al nacionalismo más rancio mallorquín y catalán. Es decir, contranatura con la base de votantes del socialismo en Baleares, nutrida en gran parte por emigrantes del sur de España. ¿Con qué avales se puede presentar Armengol? Pues uno de ellos, aunque de escasa enjundia, puede ser que su candidatura garantizaría la unidad, y discursos de ese tipo comunes entre los políticos. Pero ahí también brotaría un argumento para rebatirle: ¿Y qué se pierde por un debate interno a 4 años de las elecciones? El caso del socialismo balear, por lo tanto, no sería equivalente al de la guerra de Ferraz, que optó por un indiscutible ‘dedazo’ para sortear el esperpento de ver pelearse en los telediarios al vicepresidente del Gobierno con la ministra de Defensa. Y Socías no cuenta en su hoja de ruta con un fracaso tan sonado como el de Armengol, y desde luego su temple y moderación nada tiene que ver con el de la favorita.
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