El peor momento para esperar cosas sensatas de un Gobierno es cuando este se encuentra sin salidas, desesperado, condenado a marcharse a casa. Hoy -y en política hoy significa hoy y nada más que hoy- el PSOE tiene la sensación fundada de que va a perder por goleada las próximas elecciones. Y, por lo tanto, se lanza a legislar alocadamente a ver si, por un casual, logra romper la tendencia al hundimiento en la que está sumido. Lo que en castellano vulgar se llama “de perdidos, al río”. Así, como éramos pocos, este viernes el Consejo de Ministros aprobó un texto absolutamente innecesario que se denomina “Ley Integral para la Igualdad de Trato y la No Discriminación”. En él, el Gobierno, que debe de estar integrado por personas que han vivido una vida muy difícil, amplía los supuestos considerados discriminatorios y crea un organismo para velar por el cumplimiento de la igualdad, la Autoridad Estatal para la Igualdad de Trato y la No Discriminación, con capacidad investigadora de oficio. Ustedes ya se imaginan de qué estamos hablando: un grupo de amiguetes, muy progresistas y avanzados, perfectamente indocumentados, intentando buscar al culpable de que una empresa elija para un puesto de trabajo a una persona y no a los 7.500 millones de seres humanos restantes; o por qué, siendo todos iguales, no se aceptan presentadores de telediario que carezcan de dientes o, peor, por qué alguien califica de negro a un negro o blanco a un blanco, como si eso no fuera algo discriminador. Eso sí, los miembros de la Autoridad contra la discriminación irán en un coche oficial que conducirá una persona a la que tratarán con desprecio, como corresponde para con quien es inferior, blanco y pobre. La cosa, que promete, no acaba ahí. La Ley hace algo sin precedentes: cambia la carga de la prueba. Ahora, en estos supuestos, no es el acusador el que tiene que aportar las pruebas de que el sospechoso ha discriminado o no ha tratado igual a dos personas, sino que es el acusado el que tiene que demostrar su inocencia. Algo que no se hace con los asesinatos, con las violaciones ni con el terrorismo que, como se sabe, son cuestiones mucho menos importantes. Efectivamente, este final de legislatura promete ser tremendo.





