Dormir con las bestias

Uno de estos días, repasando los titulares de noticias que cada día nos aparecen en el teléfono móvil, me llamó la atención uno, procedente del Heraldo de Aragón, sobre un proyecto de eco-resort que se pretende construir en Camporrells, uno de los muchos pueblos en proceso avanzado de despoblación de las comarcas catalanoparlantes del oriente aragonés, de Huesca en este caso.

El proyecto se anuncia como una reserva natural donde “se podrá dormir junto a osos y linces”. Después especifican un poco más y anuncian la creación de varios conjuntos de cabañas, un hotel y un camping de lujo y citan que, además de los ya publicitados osos y linces, habrá también lobos y bisontes. No se da noticia de ningún otro animal, aunque en uno de los dibujos publicitarios aparece un flamenco.

Con el proyecto se anuncia una inversión de veinte millones de euros y la consabida creación de unos 70 puestos de trabajo directos y más de un centenar de indirectos y se considera una bendición para un área deprimida y despoblada; Camporrells tiene algo más de un centenar de habitantes.

Este proyecto tiene todo el aspecto de una de esas operaciones especulativas que se disfrazan de gran proyecto para una zona degradada o en proceso de abandono, pero que en realidad solo persiguen una inversión inmobiliaria de alto standing para gentes acaudaladas que acudirán a la zona dos semanas a lo sumo y que no dejarán ningún otro beneficio para la población local.

Los parques zoológicos y parques safaris están regulados por normativas europeas y españolas muy estrictas y el mantenimiento de animales salvajes en peligro de extinción o vulnerables tiene que cumplir una serie de requisitos: formar parte de la red de lugares de recuperación y reproducción de fauna amenazada, atención por parte de personal cualificado, incluyendo veterinarios y cuidadores, instalaciones y terreno suficientes y adecuados para cada tipo de animal y colaboración con las autoridades en el decomiso de fauna procedente de tráfico ilegal, de tenencia privada en condiciones inadecuadas o de maltrato, entre otros.

En este caso no se especifica en que situación estarían los animales, pero no parece que pudieran campar libremente, puesto que supondría un riesgo para las personas, por lo que cabe pensar que estarían de alguna manera confinados en recintos vallados más o menos grandes, lo que levanta dudas de que sean condiciones adecuadas. Pero las dudas más grandes las generan los animales concretos especificados en la propaganda. De los linces, en concreto, se habla del lince ibérico, el felino más amenazado del mundo, con una población que lentamente va aumentando en Doñana y en Sierra Morena, gracias a los esfuerzos de reproducción en cautividad y reintroducción y no parece probable que vayan a poder disponer de algunos ejemplares para el proyecto. De tratarse de lince europeo, se extinguió en el Pirineo hace décadas y no hay planes de reintroducción por el momento.

En el caso del bisonte, si se trata de la especie europea está en situación muy vulnerable y tampoco parece probable que puedan conseguir permiso para disponer de algunos ejemplares. En el caso del lobo, no los hay en los Pirineos, salvo algún macho aislado que llega de las poblaciones alpinas francesas o italianas y qué decir del oso, con una población en crecimiento en el Pirineo, pero cuyos miembros deben ser respetados en libertad por ley.

En definitiva, o piensan utilizar individuos recuperados de cautiverio y no recuperables para la vida libre, en el caso del lince ni eso, o no se ve por ningún lado lo de dormir con osos, linces y lobos. Y si se trata de eso, de individuos mansos por el contacto humano, entonces toda la mística de contacto con animales salvajes desaparece.

Parece un anuncio de esos que se hacen de vez en cuando que solo responden a una voluntad especulativa y de arribismo interesado de algunos políticos, como el tan cacareado proyecto de hace algunos años que pretendía convertir los Monegros en un Las Vegas aragonés.

Por desgracia, hace mucho tiempo que Europa occidental es un territorio casi completamente humanizado y en el que los grandes depredadores, lobos y osos, y muchas de sus presas, bisonte, uro, tarpán, han desaparecido o están reducidas a poblaciones relictas en grave peligro de extinción definitiva por el conflicto con la ganadería extensiva, así que, pese a que la situación ha mejorado en algunos casos con la reintroducción, como el oso en los Pirineos, y a los planes del programa Rewildering Europe (Renaturalizando Europa), la posibilidad de que podamos tener aquí la experiencia de los eco-resorts de África, donde sí puedes sentir en el ambiente la fuerza de los animales salvajes, depredadores y presas, es muy limitada por no decir nula.

Al menos de momento, no parece que vayamos a poder dormir con las bestias.

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