Drones anticorrupción

Me aburre tanto últimamente la Política Local, Nacional e Internacional, que me estoy aficionando a los drones. Entiéndanme, aficionándome a la lectura relacionada con ellos. Aunque, he de reconocer que ya estoy dudando, si volviera a nacer, que preferiría: cantar bien (la gran frustración de mi vida), o estudiar ingeniería para poder adaptar un dron a cualquier tipo de necesidad.
De la misma manera que la digitalización de las empresas deviene imprescindible para ser, en la actualidad, más competitivas. La paulatina adaptación de los drones puede convertirse en la nueva revolución tecnológica y cambiar nuestras vidas hasta convertirlas en una película de ciencia-ficción hecha realidad.
Imagine que va al supermercado, o a cualquier centro comercial y, mientras hace la compra, un dron que sobrevuela los pasillos, va vigilando todas y cada una de sus acciones. Imagine que va a la playa de Palma y mientras está tumbado en la arena, quien vigila a los vendedores ambulantes, masajistas, turistas de botellón, manteros y demás asiduos de El Arenal, ya no son los policías locales sino drones que van recorriendo de un lado a otro la playa en tan corto espacio de tiempo que, a ninguno de ellos les da tiempo a reaccionar.
Imagine la seguridad vial controlada por drones. O la localización de personas desaparecidas, o la vigilancia de zonas forestales con peligro de incendio, o lo que es mejor, drones anticorrupción política (aunque me temo que para eso, hará falta una mayor evolución tecnológica).
En EEUU, una pequeña empresa, HoneyComb construyo un prototipo de dron con el fin de explorar terrenos cultivados para facilitar los procesos de irrigación y control de plagas. De no identificarse en etapas tempranas, dichos problemas pueden suponer miles de dólares por hectárea a los agricultores.
Los agricultores exploran el terreno a pie en busca de problemas y abarcan unas 4 hectáreas por hora. El AgDrone de HoneyComb puede recorrer 283 hectáreas por hora y produce mapas 2D y 3D en alta resolución.
Un AgDrone de HoneyComb descubrió una fuga de irrigación con lo que evitó pérdidas de cultivos por una suma cercana a los 100.000 dólares.
La empresa, con sede en Wilsonville, Oregon, ahora tiene 16 empleados y ha recaudado 2 millones de dólares en financiamiento.
Este es solo un ejemplo de cómo las empresas de EEUU desde hace unos años, se han lanzado al mercado de los drones. En la actualidad ya hay casi 6.000 permisos tramitados para operadores de drones comerciales.
Los dos grandes retos para el futuro: la compleja adaptación de la legislación en cada País para su utilización sin vulnerar los derechos fundamentales, y la necesidad de que los drones sean pilotados por pilotos de helicóptero o avión.
Pero, ¿Que quieren que les diga?. Me consuela ver que mientras en nuestro País (o Países en reivindicación), le damos vueltas de tuerca a las urnas para acabar en el mismo sitio, haciendo las mismas cosas, en algún lugar del mundo, alguien avanza hacia el futuro o, como mínimo, experimenta con cosas nuevas.

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