El estéril rencor del fracaso

A la hora de enfrentarme a cualquier problema o situación, individual o colectiva, es para mí norma segura e irrenunciable partir de la realidad concreta, que la configura en ese momento. No me importa lo que fue o pudo ser hace cien o más años. Lo que me importan son los perfiles que presenta y manifiesta al analizarla y valorarla desde una perspectiva  dinámica.

Personalmente comprendo y he pedido respeto para quienes contemplan la realidad lingüística en Baleares desde una perspectiva estática. Entiendo que experimenten y se expresen en términos de nostalgia. Sentimiento, por otra parte, legítimo, pero que, en palabras del papa argentino, "bloquea la creatividad y nos vuelve personas rígidas e ideológicas, incluso en el ámbito social, político, y eclesial". Es inútil negarlo en busca de protección ante el dolor y el estrés que se experimenta. Tampoco tiene sentido refugiarse en la resignación a fin de dulcificar la pena que oprime. Duele que la realidad difiera notablemente de lo que se añora porque se sabe que ese pasado ya no existe  y tampoco se atisba, hoy por hoy, la posibilidad de que renazca.

queSi no se es capaz de modificar la actitud y se persiste, como suele ser frecuente, en la añoranza, que también se expresa en forma de resistencia a casi todo lo que está en movimiento, se dificultará la autoaceptación y, por tanto, la adaptación a los signos de los tiempos actuales. Incluso se corre el riesgo de convertirse en personas rígidas, ideológicas y sectarias, que les puede llevar, incluso, a utilizar un modo de comunicarse con el resto próximo al insulto o a la deformación del proceso de cambio experimentado en la sociedad de pertenencia.

Por último, tampoco es desechable que, al estar, de alguna forma, bloqueados, no se perciba ni tan siquiera la irrealidad de las expectativas soñadas en una visión estática. Entonces aparecerá la frustración, la queja y la amargura, el desencanto permanente. Y hasta el revolverse en la desesperación y la rabia. ¡Peligro a la vista! La salida de tal desequilibrio emocional pasa, para colmo, por la aceptación de la realidad, que se rechaza. ¡Vaya panorama! ¡Vaya bloqueo mental  y afectivo!

En el marco de este estéril rencor ante la situación actual, vista desde una perspectiva estática, se puede llegar a desvariar, a perder el norte y, en consecuencia,  a deformar el proceso dinámico que nos ha traído hasta aquí y que, felizmente, ha trasformado, en todos los órdenes de la vida, la faz de esta tierra del Mediterráneo. ¿Quién, en su sano juicio, hubiese preferido permanecer encerrado y ajeno al progreso y desarrollo que se estaba operando en nuestro entorno  geográfico? Las gentes venidas de la Península e Hispanoamérica colaboraron con su trabajo, se integraron perfectamente, expresaron su sentido de pertenencia en el futuro a esta tierra y utilizaron su idioma materno, el idioma castellano, el español, que el art. 3.1. CE proclama ‘lengua española oficial del Estado’.

Es entendible el ‘matiz dramático’ (Savater), que puede conllevar para algunos el hecho de que la lengua de sus mayores vaya retrocediendo hasta el punto de poder desaparecer. Pero, nadie pierde su lengua, sino que llegado el caso la cambia por otra que cree mejor, más útil.  Y, por supuesto, todos siguen con una visión del mundo puesta. Porque cada lengua es un instrumento para la socialidad humana y como tal es juzgada por las prestaciones que ofrece a quienes la practican. Sin duda podemos establecer lazos sentimentales con ellas como con otras fieles y bellas herramientas que antaño mejoraron nuestra vida, pero a fin de cuentas acaba imponiéndose el pragmatismo” (Savater, Para entendernos mejor, TO).

La dificultad de comprensión de tan simple criterio de comportamiento radica en obstinarse en una visión estática y no ver en la lengua, simplemente, “un medio de comunicación sostenido por la voluntad expresiva de sus habitantes” (Savater). Dificultad que puede multiplicarse si la lengua se tiene además como “la esencia misma del alma nacional, que debe ser cultivada por todos los patriotas salvo delito de traición” (Ibidem), sobre todo si los nacionalistas no son, en la sociedad respectiva, absolutamente mayoritarios y han de convivir con el idioma castellano, el español, que ocupa, como lengua internacional, el segundo lugar en el mundo.

En definitiva, cuando impera el estéril rencor del mal entendido fracaso, por no saber situarse en una posición dinámica, pueden aparecer  estados de ánimo de frustración, de queja y amargura. Y, en ese marco tan desequilibrado, no es extraño que se  mezclen churras con merinas (la lengua en Mallorca y el problema de Gaza), que se insulte sin ton ni son o desde la rabia. Incluso, todo es posible, que se  utilicen los términos fascistas e indecentes, de modo confuso, sin que se distinga claramente a quienes en concreto van dirigidos.

Todos los que  intentamos crear opinión ya deberíamos tener interiorizado el dicho de Baruch Spinoza: “Ni reír, ni llorar, sino comprender”. Tratar de abordar ciertas materias con la razón y no con el sentimiento, la nostalgia y las emociones.

 

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias