Lo han vuelto a hacer. Los humoristas rusos se han vuelto a pasar por Zelensky y han arrancado las intenciones de los grandes banqueros. Sus víctimas han sido pesos pesados de la banca central. Primero fue la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, y ahora el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell.
La primera dijo que en octubre iban a avanzar de manera importante hacia el euro digital porque quieren controlar qué hace la gente con el dinero. Y ya saben, si puede controlar, puede penalizar, prohibir y castigar los comportamientos que crean que deben ser punibles. Y, si pueden, no tengan dudas de que lo harán.
A pesar de haber causado un colapso bancario en marzo, Powell acaba de admitir que todavía faltan, al menos, dos subidas de tipos de interés y los mantendrá altos durante un largo periodo de tiempo. Que para controlar la inflación se necesita un fuerte sacrificio de la economía, es decir, despidos y cierre de empresas. Powell afirma que no existe ninguna manera indolora para contenerla.
No deja de llamar la atención el hecho de que los banqueros centrales son quienes crean pobreza al crear la inflación, mediante la emisión indiscriminada de “dinero”, deteriorando nuestra capacidad adquisitiva y empobreciéndonos, y sean ellos mismos quienes al combatirla también creen pobreza, al enfriar el mercado, cerrando empresas y generando desempleo. Pobreza antes y pobreza después.
Pero esta vez será peor. Esta vez, además, van a destrozar la banca mediana y pequeña. El plan está trazado. Basta unir los puntos de las afirmaciones de Lagarde y Powell ante el falso Zelensky. La subida de tipos va a deteriorar los ya tocados activos bancarios, basados en productos de renta fija, y va a obligar a que los vendan en pérdidas. Tras la suicida subida de tipos anunciada Powell a los humoristas rusos, vendrá la concentración bancaria y la emisión de la moneda centralizada anunciada por Lagarde.
Y si caen los bancos medianos y pequeños, caerán los fondos de los ahorradores. Aunque garanticen una parte, los excedentes no están seguros.
No piensen que ya acabó la convulsión bancaria vivida el pasado mes de marzo con la quiebra del Silicon Valley Bank o el Signature Bank, o con el rescate al Credit Suisse y el susto al Deutsche Bank, no. Esta semana le ha tocado al First Repulik bank y al banco regional PacWest. Y seguirá el efecto dominó. Está en el plan.
Cuando queden pocos bancos grandes, éstos se irán fusionando para dejar paso a cuatro o cinco transnacionales que estarán más controlados y, como son los mismos que controlan los bancos centrales, será el momento de lanzar su moneda centralizada: el dólar o euro digitales. Ya se lo anuncié hace un tiempo. Ya no se necesitan bancos comerciales.
En China ya pagan a los funcionarios de un cantón en yuanes digitales, es decir, en moneda centralizada, que se sumará a los métodos del controla dentro del sistema del crédito social chino que premia o castiga los comportamientos de los ciudadanos.
Gracias a los humoristas rusos hemos conocido los planes de las élites bancarias.
No me digan que no es un plan perfecto. Si emiten dinero, empobrecen a los ciudadanos con la inflación. Si intentan combatirla subiendo tipos de interés, también nos empobrecen con recesión, es decir, cierre de empresas y despidos masivos.
Ya sabemos quién pierde. Y ¿quién gana? Pues los gobiernos con recaudaciones de impuestos históricas gracias a la subida de precios y la banca. La banca siempre gana.
Y como no nos han enseñado educación financiera en las escuelas e institutos, pues no lo vemos venir. Ya lo dijo el celebérrimo economista John Maynard Keynes: solo uno entre un millón podrá entender este sistema que hace que los gobiernos roben dinero de forma disimulada a los ciudadanos mediante la inflación.
Con mis granitos de arena en mis artículos, intento que entiendan este sistema tan enrevesado cuyos fines, según los define Keynes, son perversos.
Gracias a los humoristas rusos hemos podido unir los puntos. Ya saben un poco más de educación financiera. Tengan cuidado con sus ahorros e inviertan en aquello que pueda preservar su poder adquisitivo. Ya sabíamos que no hay que guardar el dinero en el banco sin producir. Ahora, mucho menos.