Miguel Angel Coll, el coordinador de la campaña electoral del PSOE de Mallorca declaró ayer que el Partido Popular tiene un programa oculto y que las medidas de Dolores de Cospedal en Castilla La Mancha, donde recortó el gasto en un 20 por ciento, son un indicador de lo que hará Rajoy si llega a Moncloa. Por supuesto que tiene razón, salvo en lo de que el programa sea oculto, pero pese ello, me da la impresión de que o el PSOE renueva su discurso, busca nuevas fórmulas, o el batacazo en las urnas el próximo 20 de noviembre no lo arreglarán en décadas. Me explico: en primer lugar, Coll pudo haber tenido de la prudencia de escuchar cómo la ministra de Economía, socialista si no voy equivocado, desde Bruselas, con una 'chupa' de motera, manifestaba su respaldo a Cospedal, en su plan de ahorro. Debió haber tenido la cautela de recordar que la edad de jubilación se ha retrasado dos años por obra y gracia de los socialistas y que su política de empleo juvenil es más bien errática, si es que existe. Coll, y su partido, debieron haber entendido que ya no queda dinero ni para pagar los medicamentos y que, por lo que dicen los medios, algo ha tenido que ver en este desaguisado. Que en el futuro inmediato vamos a perder nivel de vida no es un programa oculto, es una evidencia que nos está golpeando en cada esquina. Es difícil para los socialistas lanzar un mensaje que no sea patético mientras Zapatero reniega de lo que prometió durante años, pero aún así, si no son capaces de quedarse callados, lo mejor es plantear alternativas de ahorro verosímiles, sugerir modelos sostenibles de gestión de la política, intentar seducir con ideas nuevas. No les servirá para nada, pero no harán el ridículo. Que el PSOE hable de 'programa oculto' es tan obsceno que a mí me viene a la cabeza el pleno empleo que ofrecía su partido en la última campaña electoral que ganó Zapatero. El episodio de Coll carece de toda importancia, pero creo que hoy por hoy los socialistas tienen que tratar de salvar lo que puedan y esperar tiempos mejores, que llegarán. La verdad, no parecen haber nacido para administrar la crisis.
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