Estanflación y tipos de interés

No soy economista y, por tanto, no me siento capacitado para opinar sobre las medidas que los bancos centrales, y en concreto el Banco Central Europeo, y la Comisión Europea, los gobiernos estatales y regionales, muy en especial los nuestros, están tomando para intentar reconducir el drama de la subida incontenible de los precios, la terrible inflación, y de la retracción del consumo y la consiguiente disminución de la actividad económica, que conduce a un aumento del paro y a la recesión de la economía.

Según tengo leído, a esta situación se le denomina estanflación, estancamiento económico más inflación, y es una de las situaciones más difíciles de controlar y enderezar por parte de las autoridades y los gobiernos.

Como ciudadano estoy sufriendo, como todos, el desastre que significa para mi humilde economía familiar el aumento disparatado y, al parecer, incontenible de los precios de los artículos de primera necesidad: alimentos, combustibles, electricidad, gas y de todo lo demás.

Las razones nos las han explicado y se entienden relativamente bien: la guerra de Ucrania, las malas cosechas por eventos climáticos desfavorables como sequía, heladas, granizadas, exceso de calor, tormentas..., y la falta de suministros de ciertos componentes críticos, como los microchips, debido a la brutal disminución de la producción durante la pandemia de covid 19, que aun no se ha podido normalizar y que provoca un enlentecimiento global en la fabricación de una enorme variedad de bienes, como automóviles, electrodomésticos, aparatos electrónicos...

El incremento de los precios del petróleo y la disminución de la exportación de grano y fertilizantes de Rusia y Ucrania encarecen los precios de los abonos, piensos y otros productos necesarios para la agricultura y ganadería, lo que coloca a muchos productores al límite de su capacidad de resistencia y encarece aun más los productos básicos de la alimentación: verduras, frutas, pan, carne, aceite..., en un auténtico círculo infernal.

Ahora, el BCE ha empezado a elevar los tipos de interés, como siempre a remolque de las decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos, y parece que los va seguir subiendo en el próximo futuro, quizás, dicen algunos expertos, hasta más del 3 %, cerca del 4 %, donde ya están los estadounidenses. El objetivo, dicen, es frenar la inflación, disparada hasta el 10 % de media en la eurozona, cuando se considera que no debería pasar del 2 %.

En principio, parecería una medida adecuada, ya que encarece el crédito y frena el consumo, lo que debería hacer bajar los precios. Pero, en una situación de precios altos, muy altos, de la energía, que todos los expertos dicen que continuará y empeorará en el próximo futuro, no acabo de ver cómo se controlará la inflación, a no ser con un estancamiento total de la economía, la estanflación, lo que puede conducir a una crisis ya no económica, sino social, de magnitud impredecible.

Ya hemos tenido en el pasado reciente ejemplos de efectos sumamente dañinos derivados de la obstinación del BCE en mantener contra viento y marea los criterios de elevados tipos de interés para combatir la inflación. En concreto, la posición irreductible de Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central de 2003 a 2011 y que, en la crisis financiera de 2008, se negó a flexibilizar a la baja los tipos de interés y acabó creando una situación en la que su sucesor, Mario Draghi, tuvo que salir al rescate del euro con aquella famosa frase: “Haremos todo lo necesario para mantener la estabilidad del euro”.

La Reserva Federal, ciertamente, ha empezado antes a subir los tipos de interés, y ahora mismo los tiene a casi el doble que el BCE, pero la economía estadounidense no tiene un problema de paro, es casi autosuficiente en sus necesidades de petróleo y gas, como también de cereales y, por tanto, su verdadero problema es la inflación, no la estanflación, como en Europa.

En fin, no soy especialista y no estoy en disposición de realizar un análisis crítico de las medidas del BCE, pero no veo claro a dónde nos conducirá una subida de los tipos de interés por sí sola, si no va acompañada de otras medidas de vasto alcance para paliar los terribles efectos que la actual situación económica está teniendo sobre la inmensa mayoría de nuestra sociedad, pero, como siempre, en especial, sobre las capas más desfavorecidas, que cada vez son más.

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