Flamencos y unicornios

Hace mucho tiempo de mi primera escapada a la isla de Formentera y tal vez alguien se acuerde de una colonia de flamencos sembrada esculturalmente en la llanura salina del camino que conducía a la playa de “Ses Illetes”. Aquellas aves de color rosáceo daban la bienvenida a un paraíso que prometía ser tropical aunque bañado por las claras y transparentes aguas del Mediterráneo. Pasados unos años, Marina, la hija de una buena amiga, ya sentía una predilección especial por esas elegantes figuras sustitutivas de los cisnes en la época del Modernismo, que empezaban a encontrarse estampadas en algunas prendas o como motivos decorativos. Esta joven arquitecta de carácter fuerte y gran talento para el diseño, merece ser descubierta ya que goza de un sexto sentido para adelantarse a los acontecimientos en el mundo de la moda actual.

En cuanto a los animales fabulosos denominados unicornios por tratarse de una especie de caballo blanco con un cuerno helicoidal en la frente, se presentaron ante mí por vez primera en forma de letra y música del cantautor Silvio Rodríguez, el cual los pintaba de color azul. Aunque más adelante, gracias a las películas de Disney su imagen se convirtió en una muestra colorista parecida al arco iris. La fantasía del ser humano creó la leyenda presente en la literatura, el arte y la imaginación popular ya que en la Edad Antigua los unicornios todavía no se consideraban seres mitológicos. En el año 2003, el autor Tracy Chevalier nos deleitó con su novela histórica titulada La dama y el unicornio cuya trama gira en torno de los seis tapices flamencos (de Flandes) de finales del siglo XV que representan los cinco sentidos: vista, oído, gusto, olfato y tacto; además del sexto tapiz que hace referencia al amor o a la comprensión. Estas bellas y poderosas criaturas simbolizan los sueños, la libertad y la independencia, además de ser valoradas por la creencia de que protegen a las mujeres jóvenes. Su encanto radica en su propia magia y el halo misterioso que los envuelve. Por todo eso, hoy se habla del estilo unicornio relacionado con productos de alimentación y también, otros de belleza que se identifican con las diferentes gamas de brillo y color: maquillaje, tintes de cabellos, jabones y burbujas de baño…

Después de esta primera toma de contacto con estos exóticos seres, uno esbelto y otro mágico, que en estos momentos crean tendencia por sus colores pálidos desde el rosa hasta el salmón o el azul plateado y el añil, ya han llovido del cielo en cualquier parte, sean lienzos, estatuas, edificios, fundas de móvil e incluso flotadores. Quien no posee un flotador gigante en forma de flamenco o unicornio como los famosos no está a la última. Son la invasión de las playas y piscinas, sin darte cuenta ya los tienes encima, apoderándose de tu espacio marítimo. También se pueden ver todavía algunos flotadores en forma de sandía o de pizza pero ya se remontan a años anteriores y no entran en el apartado “cool”. Aunque también existen individuos maduritos que creen no necesitar este caprichoso objeto para desprender cierto “glamour” entre las féminas y se dedican a mantener conversaciones sobre los “beach” de moda, escuchando en su MP 3 a Julio Iglesias en el mes de agosto en un remanso de paz y tranquilidad junto a la piscina acompañado de un buen vino, sin darse cuenta que imponen a los demás, que los oyen aunque no los escuchen, sus gustos y preferencias respetables pero molestas. Así que estuve a punto de “ponerme flamenca” a falta de un flotador “in”. Al día siguiente me resarcí saliendo de compras y en una tienda de firma de diseñadoras reconocidas sucumbí a la adquisición de una camisa beige claro con estampaciones de figuras de un solo cuerno. Y es que la tentación de la moda es para caer en ella.

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