Habemus currículum

2006 LOE. 2013 LOMCE. 2020 LOMLOE. 2008 currículums autonómicos. 2015 modificación curricular. 2022 nueva modificación. 2025 nuevos currículums. Esto parece una broma de mal gusto, pero no lo es. Con estas nos hemos tenido que ver los docentes de Baleares en la última dècada. Cambios, cambios y más cambios. ¿Para qué? Para seguir a la cola de todos los datos y estadísticas educativas porque ninguno de estos cambios ha propiciado una mejora en los alumnos. 

Nos empeñamos a hacer cambios en la forma para cambiar el fondo. Y el fondo, es intocable. Me estoy refiriendo al conocimiento. De cada vez tengo más claro, y no por percepción sino por evidencias recogidas en el aula, que los alumnos aprenden menos. Y lo que propicia esto es el cambio contínuo al que están sometidos. Porque éstos no solo afectan a los docentes, obligados a cambiar su forma de trabajar y de gestionar la evaluación y cualificación de los alumnos.

Si bien es cierto que cuando una cosa no funciona, hay que cambiarla. Y ahora, parece que con esta última modificación curricular, podremos gozar de estabilidad por unos cuantos cursos académicos. O eso esperamos. De momento, la cosa pinta bien: se recupera el valor del esfuerzo, el conocimiento se sitúa en el epicentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, se aumentan las horas de matemáticas para equipararlas al resto de España, al igual que en Bachillerato con el aumento de las horas de las asignaturas de modalidad.

En definitiva, lo que demuestran estos currículums es que, a pesar de que las competencias de educación están en manos de la gestión autonómica, los alumnos tienen que tener semblantes sistemas educativos. Deben tener la misma igualdad de oportunidades independientemente del territorio en el que vivamos. 

Y casi lo más importante es el cambio en la evaluación. Volvemos a la senda del sentido común. Los docentes en Baleares necesitaban este cambio porque el anterior sistema era un despropósito que solo propiciaba engrosar una nota, independientemente de lo que hubieras aprendido con el afán de promocionar de curso y rebajar la estadística de repetidores y de fracaso escolar. Pero los números al final cantan. 

Lo que no es de recibo es que se utilice una ley para tapar una realidad que afecta a nuestro país. Una sociedad de cada vez más pobre, intelectualmente hablando, un abandono escolar por encima de la media de Europa, un mercado laboral cada vez menos formado y un éxodo de conocimiento inaudito hasta ahora. Y todo eso con miles y miles de millones invertidos. Por eso, otra educación es posible.

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