En Baleares solemos dar por descontado que el turismo europeo seguirá viniendo. Pero Alemania, Francia y Reino Unido. Sus sistemas de pensiones, columna vertebral del Estado del Bienestar, están en plena revisión. Y eso significa una cosa muy simple, los ciudadanos de esos países podrían tener menos renta disponible en los próximos años.
El país germano no planea bajar pensiones, pero la sostenibilidad del sistema exige medidas drásticas. Se discute retrasar la edad de jubilación hasta los 70 años, la creación de un fondo de ahorro infantil desde los 6 años y un “Boomer-Soli”, impuesto solidario para jubilados con rentas altas. Alemania pasa de 6 cotizantes por pensionista en los años 60 a apenas 2 hoy. Una población más envejecida y menos trabajadores significan presión fiscal creciente. Si el consumo interno se resiente, lo mismo puede ocurrir con el gasto turístico.
El gobierno de Emmanuel Macron y su primer ministro François Bayrou ha presentado un presupuesto que busca ahorrar 43.800 millones de euros entre 2026 y 2030. Para lograrlo, se anuncia la congelación de pensiones, la reducción de empleo público, la eliminación de dos festivos y recortes en sanidad y desempleo. Todo ello mientras aumenta el gasto militar hasta niveles históricos. La oposición ya habla de un ataque directo al Estado del Bienestar. Si el poder adquisitivo de los jubilados franceses se congela, Baleares lo notará.
En el Reino Unido, el famoso mecanismo del “triple lock” (garantía de subidas anuales de las pensiones) se mantiene por ahora, pero cada vez más voces lo ven insostenible. Se debate la edad de jubilación, se han recortado ayudas como la Winter Fuel Payment (apoyo para calefacción a los mayores) y se revisa todo el sistema de beneficios sociales. Con una inflación persistente y altos costes de vida, muchos jubilados británicos verán menguar su renta real. El riesgo es claro: menos capacidad de gasto para viajes al Mediterráneo.Alemania, Francia y Reino Unido representan más del 70% de los turistas que llegan a nuestras islas. Si allí se congelan pensiones, se retrasan jubilaciones y se recortan ayudas sociales, aquí se resentirá el consumo turístico. No de inmediato, pero sí de forma progresiva.
Esto no significa que vayan a dejar de venir turistas, pero sí que su capacidad de gasto puede reducirse. Por tanto, se impone la prudencia, diversificación de mercados, fortalecimiento del turismo nacional y sobre todo una estrategia clara para atraer un visitante que valore la experiencia y no solo el precio.
Mientras en Berlín se debate jubilarse a los 70, en París se congelan pensiones y en Londres se recortan ayudas, en Palma no podemos actuar como si nada pasara. Nuestra economía depende directamente de esas decisiones.