La izquierda balear no encuentra su rumbo

Estos días hemos conocido las encuestas de mid-term según las cuales la derecha consolida y amplía su respaldo popular, lo cual, sin lugar a ninguna duda, va a dar lugar a una furibunda reacción de la izquierda, aprovechando su superioridad mediática. Van a redoblar sus mensajes y campañas en un intento, casi desesperado, de conseguir la remontada. No les servirá, e incluso les podría aconsejar seguir la senda opuesta.

Sí se ha estado mínimamente atento a la evolución de la esta legislatura, ha quedado constatado que la derecha gobernante se ha comportado con extraordinaria moderación, asumiendo muchos de los principios tradicionalmente defendidos desde la izquierda. Mientras que ésta ha sido incapaz de señalar, -desde su posición oposición-, temas que la beneficien. No menos importante es que, así mismo, han careciendo de un liderazgo bien aceptado y definido. Esto último es un requisito indispensable en el sistema político español. Por supuesto, el tener un líder nacional carente, ya no de rumbo sino incluso de principios básicos, tampoco ayuda. 

En este sentido, la izquierda isleña ha confiado su labor de oposición, para toda la legislatura, a tres cuestiones centrales, esto es, la pretendida saturación turística post pandemia, el más que fantasioso retroceso oficial del catalán, y la absurda pretensión de solventar los problemas de vivienda desincentivando su producción y comercialización. Todo eso lo ha hecho en boca de líderes notablemente desgastados, conocidos por sus formas bruscas y malcaradas. Sin ofrecer soluciones creíbles paulatinamente se están convirtiendo en partidos a remolque, sin iniciativa ni atractivo.

Por todo ello, sí no se da algún accidente o acontecimiento catastrófico que pueda ser aprovechado desde la oposición, todo parece indicar que se llegará al final de la legislatura manteniendo o incluso incrementando, todavía más, la actual ventaja.

¿Significa esta situación que el público balear se caracteriza por su moderación? Seguramente en buena parte sí, pero también se debe a que cuando un grupo ha estado ocho años en los puestos de mando, tiene grandes dificultades para reinventarse y ofrecer un programa, -y un equipo de personas-, capaz de despertar la ilusión de los electores.

La política, en España, está diseñada de tal forma que no facilita la llegada de aquellos que los antiguos romanos denominaban “homo novus” (hombres nuevos), lo cual, supone una dificultad evidente para la renovación de los discursos y mensajes. Y no lo hace porque muchos de los antiguos actúan como “tapón”, por carecer tanto de salidas personales, como institucionales 

En cualquier caso, a lo largo del tiempo, la izquierda local sólo ha podido alcanzar puestos de mando travistiéndose de nacionalista. Es decir, adoptando los principios propios de aquellos partidos políticos que segregan, diferenciando entre los de aquí y los de allí. Una estrategia que se ha demostrado perdedora, pues, la sociología que caracteriza a las islas es producto de una sociedad tipo “melting pot” cuyas élites, frecuentemente, han estado configuradas en torno a la internacionalización comercial o turística. Seguramente por eso el nacionalismo siempre ha sido muy minoritario y, sobre todo, decreciente. Una lección que también parece haber aprendido buena parte de la derecha.

De esta forma, el panorama político balear muestra a una izquierda desarbolada, tanto en lo discursivo como en lo carismático, que quizás por eso mismo pretende continuar ligada a un nacionalismo excluyente y menguante y, a través de él, al pensamiento divisorio carente de realismo. Además, por encima de ella sobrevuela la figura de un “líder supremo” quien, a pesar de contar con el favor del BCE, está enredado en sus propias transgresiones polarizadoras.

Las encuestas, por tanto, parecen demostrar que, realmente es un acierto electoral de la derecha insular, el “vender” moderación. Sobre todo, al contraponerla a la radicalización y polarización establecida por Pedro Sánchez. En este sentido todo hace prever que, en ausencia de grandes acontecimientos imprevistos (cisnes negros), el panorama político balear se va a mover muy poco en los próximos años.

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