La decisión de cobrar por el uso de los baños en los mercados municipales de Palma —Mercat de l’Olivar, Mercat de Pere Garau y Mercat de Santa Catalina— es una medida que, aunque comprensible desde el punto de vista de la gestión, pone de manifiesto una carencia estructural en la ciudad: la ausencia de una red de baños públicos accesibles para residentes y turistas.
La implementación de tornos con código QR y pago con tarjeta busca controlar el uso de estas instalaciones que, hasta el momento, han venido utilizando con total libertad personas en situación de vulnerabilidad y turistas sin acceso a otros servicios higiénicos.
Es incomprensible que una ciudad turística como Palma carezca de una infraestructura básica como una red de baños públicos. Mientras otras ciudades europeas ofrecen servicios higiénicos gratuitos y accesibles, Palma parece relegar esta necesidad a espacios privados con acceso condicionado al consumo.
Es incomprensible que una ciudad turística como Palma carezca de una infraestructura básica como una red de baños públicos
Esta situación no solo afecta a los turistas, sino también a los residentes que, en su vida cotidiana, se ven obligados a recurrir a establecimientos comerciales o de restauración para satisfacer una necesidad básica.
La medida adoptada por los mercados municipales, aunque orientada a garantizar el uso adecuado de sus instalaciones, es perturbadora. En lugar de abordar la raíz del problema —la inexistencia de una red de baños públicos— se opta por una solución que dificulta el libre acceso a los usuarios del mercado —en tanto en cuanto no gasten— y traslada la responsabilidad a los ciudadanos y comerciantes.
Es imperativo que el Ayuntamiento de Palma priorice la creación de una infraestructura de baños públicos accesibles y gratuitos, que no solo mejore la calidad de vida de los residentes, sino que también proyecte una imagen de ciudad moderna y respetuosa con sus habitantes y visitantes.
