Las gafas

¿Qué es lo que hace que un determinado diseño perdure? ¿Qué convierte un objeto en atemporal? Uno de estos diseños que siempre nos ha acompañado son las wayfarer, las gafas de sol de siempre. Todos las hemos visto, quizás en algún momento las hemos tenido. Meta (Facebook) ha incorporado a estas gafas una cámara “ultrapanorámica de 12 pixels, capaz de grabar videos en 3K con hasta 6fps HDR, lo que supone un salto cualitativo en calidad de imagen desde los 1080p del modelo anterior y permite tomar vídeos en slow motion y Hyperlapse”, tal y como explica Xakata. La idea es incorporar al diseño clásico la última tecnología en foto y vídeo. Nos permite ser capaz de hacer fotos y vídeos sin el móvil, con un sencillo gesto hacia la gafa. También puedes escuchar música y atender llamadas. 

Las gafas son uno más de los wereables, componentes conectados que llevamos puestos. Google lo intentó hace tiempo con sus Google Glass, pero la cosa se torció. Problemas relacionados con el uso de la realidad aumentada y privacidad acabaron por enterrar el proyecto. Y es que hay pocos objetos más íntimos que las gafas. Están en permanente contacto con nuestra nariz, orejas, con nuestro cráneo. Las gafas de Meta nos permiten estar preparados para captar el momento. Ya no tengo que sacar el móvil, ni levantar siquiera la mano para hacer la foto. Y aquí es donde está, en mi opinión lo importante: te permiten mantenerte siempre en modo “captura”, modo “recolección”, modo “publicación”. No te pierdas nada, no dejes pasar nada que merezca ser compartido. A mí me interesa el modo de consciencia que tiene que producirte llevar esas gafas. Tener presente que llevo esas cámaras incorporadas a las gafas. Que el objeto que he llevado puesto dieciséis horas al día desde los trece años ahora puede hacer fotos y vídeos, en cualquier momento, posiblemente de forma inadvertida para la gente que me rodea. El incentivo para Meta es claro: digitaliza todo, hazte con todo, que algo me caerá a mí, bien sea a través del uso que hagas de las gafas y de las aplicaciones que incorpora, bien sea utilizando las fotos y stories que publique en Instagram, mucho más frescas, mucho más conectadas a mi yo más auténtico (despojado de la necesidad de tocar el móvil, eliminamos esa fricción). Pero claro, donde nos deja este modo de estar. La respuesta, aventuro, es que perderemos la auténtica experiencia de las cosas. Perdemos estar sencillamente instalados en nuestra cosa, solos o acompañados, sin la necesidad de grabar, de mostrar, de capturar, de compartir. Todo esto desaparece con la máquina instalada en las gafas. Mi objeto cotidiano es el objeto cotidiano también de otro, que ha conquistado un espacio para sí. 

Me dirás quizás que puedes hacer las fotos o no, que eres tú quien activa, quien controla. Sí, tienes razón. Pero la posibilidad está ahí. Tienes la opción. Y se te ha sido dada para ser usada. Y estoy convencido que, con total certeza, las gafas provocarán, antes o después, la interrupción de ese momento, de esa experiencia que antes era para ti, que era solo tuya y la vivías tal cual. Aunque quizás estoy exagerando y mi opinión está demasiado condicionada por mi área de práctica y la historia de la compañía. En realidad los objetivos y misión de Meta no son otros que acercar a la gente y conectar a las personas ¿o no?

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