La historia de esta semana no es una leyenda, sino un relato de como, a veces, la realidad supera a la ficción. Nacida en Valldemossa, nuestra protagonista Coloma Cruellas Verger había cumplido 70 años durante los primeros días del mes de mayo de 1964. Ya por entonces, portaba tres décadas trabajando como ama de llaves y de compañía de la señora del palacete conocido como Can Sales Menor, propiedad de la poderosa familia Lacy y situado en el número 8 de la calle Sant Feliu de Palma.
Precisamente el señor de la casa, un don Miguel Lacy Sureda que perdió la vista en su época militar, había contratado poco antes los servicios de un joven soldado catalán de 21 años, llamado Juan Bauzá Lambert. El chico, que llevaba doce meses en la isla, aceptó el trabajo para conseguir un sobresueldo y una habitación en el entresuelo de la casa. Entre sus tareas, estaba la de encargarse de la caldera.
TRES SEMANAS DESAPARECIDA
La relación entre Cruellas y Bauzá fue tensa desde el principio. Hasta que, de repente, la primera desapareció sin dejar rastro. Un día más tarde, en concreto el 9 de mayo, el anciano don Miguel interpuso la denuncia en la Policía. Además, visitó, junto al soldado, varias redacciones de periódicos locales, para dar difusión a la noticia.
PALMA HUELE A MUERTO
Los días fueron pasando mientras los ciudadanos y las autoridades no paraban de buscar a Cruellas. Cuentan que uno de los más activos en las labores de búsqueda fue Juan, quien el miércoles 27 de mayo confesó la verdad.
El joven se personó en el despacho del jefe de la Brigada Criminal de Policía para relatar su crimen. Harto de recibir órdenes de la mujer, optó por asfixiarla hasta quitarle la vida. Luego, escondió su cuerpo debajo de la cama.
Al amanecer, cogió el hacha de cortar leña y comenzó a despedazar a la víctima metiendo los trozos en dos de sus maletas. Para deshacerse de toda prueba, Bauzá decidió ir quemando poco a poco los despojos en la caldera, sin advertir de las consecuencias. Y es que las calles del centro de Palma se llenaron de humo negro y de un olor a muerto que no dejaba a nadie indiferente.

De hecho, cuentan que fue un Fraile de los Sagrados Corazones quien pilló al asesino 'in fraganti', cuando pretendía hacer desaparecer todo rastro que le pudiera señalar como culpable. Llevaba la cabeza de Cruellas en sus manos.
Señalar que dos años después de ser arrestado, en 1966, el soldado fue juzgado y condenado en Barcelona. Por su parte, el palacete fue adquirido décadas más tarde por el expresidente del Govern, Jaume Matas.





