¿Cuáles serían los tres principales objetivos de su formación para estos próximos meses?
Bueno, serían muchos más de tres, pero intentando ceñirme estrictamente a su pregunta, le citaré tres objetivos que creo que responden a las demandas de la ciudadanía en general y, específicamente, de la ciudadanía que se siente representada por Més. Por una parte, estaría el apoyo a las medidas que ayuden a compensar la inflación, sobre todo para la gente trabajadora del país, porque nos espera un invierno muy difícil. Las instituciones tienen que trabajar ahora para que la inflación afecte lo menos posible a la gente que hoy lo está pasando peor.
Ese sería entonces el primer objetivo. ¿Cuáles serían los otros dos?
Un segundo objetivo sería que pensamos que se han de incrementar las políticas relacionadas con la vivienda, porque la crisis habitacional es uno de los problemas estructurales que tenemos como país. Por lo que respecta al tercer objetivo, sería seguir trabajando para la transformación de nuestro modelo económico, para hacerlo más resiliente, que es un propósito que inevitablemente pasa por una diversificación de nuestra economía. Si me lo permite —sonríe—, le citaría otros dos objetivos más, que también son de fondo. Uno sería continuar con las medidas de protección de nuestro territorio y el otro sería seguir con las medidas de impulso del uso social del catalán.
"Aspiro a que Més represente a la gente sea cual sea su identidad nacional o su lengua"
¿Son inevitables los roces siempre que se gobierna en coalición?
Antes de responderle, le diría que yo creo que la cultura de los pactos y de los gobiernos de cohabitación ha llegado para quedarse. En Baleares empezamos a tener ya una larga tradición en ese sentido, pero pienso que se acabará implantando también en otros lugares, por lo que tenemos que empezar a vivir esa situación de una forma desdramatizada. El hecho de que exista debate cuando hay diferentes formaciones políticas que gobiernan conjuntamente se tiene que desdramatizar, pues obviamente cada formación tiene distintas maneras de analizar los problemas y de darles respuesta.
Ah, de acuerdo...
De hecho, creo que intentar disimular el posible debate que pueda haber empobrece a los propios gobiernos de coalición. A veces existe mucho miedo, sobre todo por parte del partido mayoritario en un gobierno, a que se discrepe en público, pero no pasa nada por hacerlo, pues lo importante es estar de acuerdo en lo esencial. Además, en el caso concreto del Govern existen unos acuerdos que son públicos y que, por tanto, nos comprometen a todos. Mire, yo creo que cualquier pacto es susceptible de ser analizado. En ese sentido, si un pacto no se cumple, supone un fracaso de todas las formaciones que lo han firmado, pero cuando se cumple, representa un éxito compartido.
¿Més ha sido un partido leal en el seno del Govern y de las otras instituciones?
Sí, Més ha sido leal a los pactos que ha suscrito. Evidentemente, no compartimos el 100 por cien de todas las políticas que por ejemplo desarrolla el Govern en esta legislatura, como supongo que ocurre también con las otras dos formaciones que lo integran —PSOE y Unidas Podemos—, pero cuando las políticas que se aplican responden a los pactos firmados, nosotros somos leales. Ahora bien, cuando hay acciones que no responden a esos pactos, consideramos que cada partido ha de actuar según su programa electoral y según su compromiso con la ciudadanía.
"La cultura de los pactos y de los gobiernos de cohabitación ha llegado para quedarse"
¿Se plantean la opción de un posible referéndum de autodeterminación a corto plazo?
Bueno, los referéndums no son un objetivo, sino una herramienta, no sólo sobre cuál es nuestra vinculación con el Estado, sino sobre cualquier otro tema. La participación ciudadana no es un objetivo, es una forma de hacer política. En ese sentido, creo que cuando hay una mayoría social que pide poder decidir sobre un tema que es estructural, siempre se tienen que dar al pueblo las herramientas para que pueda expresarse y decidir. Esto lo defenderé tanto cuando esa demanda social responda al credo de Més como cuando no responda al mismo. La ciudadanía siempre tiene la capacidad de decidir. Y una de las formas de decidir de la ciudadanía es mediante un referéndum.
¿Existe esa mayoría social a la que ha hecho referencia?
Ahora mismo, no hay una mayoría social que pida la independencia de las Islas Baleares y, por tanto, no es el momento de plantear ese posible referéndum. En cambio, sí que hay una mayoría social que valora de forma muy positiva la autonomía y que pide incrementar nuestro marco competencial y de autogobierno. En ese contexto, creo que el pacto que establecieron en su momento las Islas Baleares con el Estado español, que es el Estatuto de Autonomía del 2007, ha quedado agotado, en el sentido de que si bien está en vigor desde un punto de vista legal, ya no lo está desde un punto de vista político, por el incumplimiento reiterado por parte del Estado de dicho Estatuto.
¿En qué sentido no se estaría cumpliendo hoy el Estatuto?
Si analizamos la actual situación, vemos que las inversiones estatutarias y la financiación no han llegado o que el Régimen Especial para Baleares —REB— ha llegado muy tardíamente, pues de hecho la última parte del mismo aún está en tramitación. Por lo que respecta a las competencias previstas en el actual Estatuto, desde el 2007 hasta hoy aún no ha sido transferida ninguna de esas competencias. En estos momentos, estamos a la espera de que acabe la negociación de la transferencia de Costas, que se pactó el año pasado, a través de una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado que presentó el senador de Més per Mallorca, Vicenç Vidal.
"No hay una mayoría social que pida la independencia y, por tanto, no es el momento de plantear un posible referéndum"
¿No serían suficientes enmiendas de ese tipo?
Considero que no podemos depender de cómo se negocien los Presupuestos Generales del Estado en relación a las transferencias. El Estatuto de Autonomía es una ley orgánica estatal y, por tanto, obliga a los sucesivos gobiernos españoles, como obliga también a los de las Islas Baleares. El hecho de que el Estatuto no se haya desarrollado es un incumplimiento de una ley, por lo que ahora tendríamos que mirar cuál debería ser el nuevo pacto con el Estado. Por ello, cuando decimos que el autogobierno se ha de incrementar, no lo hacemos desde un punto de vista sólo ideológico, que también, sino desde un punto de vista esencialmente práctico.
¿Qué transferencias previas sí habrían resultado positivas para Baleares?
Serían las transferencias de las máximas competencias que ahora mismo tiene el Govern, como puedan ser las de educación y sanidad. Desde 1998, en que se transfirió la educación, nunca ha habido tanto personal docente, tantas escuelas y tantos institutos como en la actual etapa autonómica. Y si miramos desde 2003, en que se transfirieron las competencias de sanidad, nunca ha habido tanto personal sanitario, tantos hospitales y tantos centros de salud como ahora. Por tanto, la gestión autonómica de ambas competencias ha redundado inmediatamente en una mejora de los servicios que recibe la ciudadanía.
Entiendo, sí...
Así pues, no sólo defendemos el autogobierno como un derecho que tengamos como pueblo, sino sobre todo lo defendemos como una herramienta de mejora de las condiciones de vida de la gente. Y lo que ahora vemos es que el marco estatutario del 2007 ya no es suficiente y por ello queremos plantear otro.
"Defendemos el mayor marco posible competencial para las Islas Baleares y también la normalización lingüística de la lengua catalana"
Hace un año, me dijo: "No seré vicepresidente ni conseller de un Govern que no esté liderado por Més". ¿Sigue pensando hoy lo mismo?
Sí, claro —sonríe de nuevo—. Lo mantengo plenamente. Estas cosas no se dicen por decir. Yo creo que la voluntad de Més ha de ser liderar los posibles futuros gobiernos de cambio, para poder implementar de mejor forma el programa electoral. Por tanto, si en las elecciones autonómicas de mayo de 2023 Més no está en condiciones de liderar un posible nuevo Pacte, yo no formaré parte de ese Govern, porque mi misión como candidato y como coordinador de Més no es ser el vicepresidente ni el conseller de una persona de otra formación política, sino intentar trabajar para que si no pudiéramos liderar el Govern en 2023, ello sea posible en 2027.
Aun así, ¿Més podría formar parte de un hipotético nuevo Pacte tras los comicios de 2023?
Así es, sí. Si finalmente la Asamblea de Més decidiera que deberíamos formar parte del Govern en 2023, tenemos compañeros y compañeras de sobra preparados para asumir esa responsabilidad, en ese caso con total coordinación conmigo y con el resto de la dirección del partido.
Me alegra ver que mantiene su compromiso personal...
Tal vez yo sea de la vieja escuela, pero creo que los ciudadanos en general y los políticos en particular hemos de ser personas que tengamos palabra y que seamos conscientes de aquello a lo que nos comprometemos y lo llevemos a término. El mencionado compromiso lo adquirí en el proceso de primarias de mi partido del año pasado y lo mantendré en todo momento.
¿Vislumbra la posibilidad de que algún día exista una formación con la denominación de Més per Balears?
El insularismo forma parte de nuestro ADN y de nuestra propuesta política, por lo que defendemos que cada isla se autogobierne al máximo, pero no olvidamos que hay un marco superior de gestión, que en nuestro caso es el autonómico y también el estatal. En el marco autonómico, es lógico que nos coordinemos las diferentes formaciones de la izquierda verde, progresista y soberanista, es decir, Més per Mallorca, Més per Menorca, Ara Eivissa y Gent per Formentera, que somos los referentes en este ámbito en cada una de las islas. Además, ahora somos la tercera fuerza en el Parlament y nuestro peso es muy considerable.
"Vivimos en una realidad muy crispada, en que parece que no es posible hablar entre diferentes"
¿Añadiría algo más en ese sentido?
Añadiría que existe también una coordinadora, denominada Ara Més, que será la herramienta electoral en los próximos comicios estatales —en principio previstos para noviembre de 2023— y que será un instrumento estable que irá más allá de las posibles vicisitudes electorales.
A veces, Més per Mallorca ha recibido críticas por su supuesta sumisión a las formaciones soberanistas de Cataluña...
Bueno, Més per Mallorca nació de la confluencia de culturas y tradiciones políticas muy diversas. Yo soy militante del PSM y estoy muy orgulloso de serlo, y reivindico el trabajo que ha venido haciendo el PSM a lo largo de sus más de cuarenta años de historia, pero también estoy muy orgulloso y siento como propia la historia de Iniciativa, Els Verds o Esquerra —que igualmente forman parte de Més per Mallorca—. Como acabo de indicar, Més se define como soberanista y, por tanto, aquello que defiende es el derecho a decidir del pueblo de Mallorca dentro del ámbito de las Islas Baleares. Nuestro marco de actuación es Mallorca y nuestro marco político son las Islas Baleares.
¿El Archipiélago es entonces su único marco de actuación?
El trabajo que hacemos en Més per Mallorca es exclusivamente para la ciudadanía de las Islas Baleares. Evidentemente, compartimos muchos lazos con el País Valenciano o con Cataluña, por ejemplo por lo que respecta a la lengua o a los intereses económicos o de movilidad, pero también tenemos lazos e intereses compartidos con otros territorios, como por ejemplo otras islas del Mediterráneo.
¿Aquellas críticas serían, por tanto, infundadas?
Nuestro marco de soberanía política son, insisto, las Islas Baleares. A partir de ahí, cada uno juega luego sus propias cartas y tiene sus filias y sus fobias nacionales identitarias. Yo creo, y esto es una reflexión mía personal, que estaría bien dejar de hacer política basándonos en las identidades nacionales, culturales o lingüísticas de cada uno de nosotros, porque la gente que lo hace vive una realidad que ya no existe, de unas Islas Baleares cultural, lingüística e identitariamente homogéneas o de unas Islas Baleares con unas identidades nacionales, lingüísticas e identitarias binarias. Y eso hoy ya no es así.
"Que exista debate cuando hay diferentes formaciones políticas que gobiernan conjuntamente se tiene que desdramatizar"
¿Cuál es su actual aspiración política?
Yo aspiro a que Més represente a la gente sea cual sea su identidad nacional o su lengua. Yo no pido a nadie qué bandera lleva en la pulsera de la muñeca. Me es completamente igual, porque creo que lo que a todos nos interesa es que la economía vaya lo mejor posible en Mallorca y en el conjunto de Baleares, para que se creen el máximo de puestos de trabajo y que sean de la mejor calidad posible, o para que tengamos la mejor educación pública posible y la mejor sanidad pública posible. Creo que es posible estar de acuerdo con ese planteamiento independientemente del lugar del que uno sienta que forma parte o de la lengua que hable.
En ocasiones parece difícil que exista al menos ese mínimo punto de acuerdo...
Bueno, yo mismo, de manera individual, tengo varias identidades nacionales y diversas identidades lingüísticas, porque mi herencia cultural familiar es diversa y procede de distintos lugares. Personalmente, no reniego de ninguna de esas identidades, pues quiero construir el mejor futuro posible para las Islas Baleares. Por tanto, la guerra de banderas que se la quede quien quiera, porque nosotros daremos la batalla por los derechos de la ciudadanía.
¿Cuáles serían algunos de esos derechos?
Dentro de esa batalla por los derechos de la ciudadanía, defenderemos, evidentemente, el mayor marco posible competencial para las Islas Baleares y también la normalización lingüística de la lengua catalana, porque creemos que es un patrimonio de cada uno de los ciudadanos de las Islas Baleares, independientemente del lugar de donde vengan o de cuál sea su lengua familiar o de identidad.
¿Qué podría hacerse para que las lenguas dejen de ser algún día objeto continuo de debate?
Es un tema complejo. Yo soy filólogo de lenguas muertas, así que no soy susceptible de querer hacer política con ninguna de ellas —sonríe abiertamente—. Personalmente, amo todas las lenguas y pienso que es una suerte y una fantástica riqueza que haya en las Islas Baleares la diversidad lingüística que tenemos en estos momentos. Eso nos hace entender el mundo de una forma diferente. Las sociedades monolingües, en cambio, entienden el mundo de una forma mucho más pobre y mucho más simple. En mi caso, mis lenguas familiares son el catalán y el castellano, y las amo y las aprecio a las dos.
"De las competencias previstas en el actual Estatuto, desde el 2007 hasta hoy no ha sido transferida ninguna"
Pero la apuesta de Més parece ser sólo por el catalán...
Nuestra aspiración es que el catalán sea nuestra lengua común y de cohesión social, porque es la única manera que tenemos de poder asegurar su supervivencia. Su uso social está hoy en grave retroceso, por lo que se han de tomar medidas que lo fomenten, tanto por lo que respecta a la regulación de su uso oficial como en lo referente al fomento de su uso social. Deberíamos partir de la idea de que el catalán es patrimonio de todos los ciudadanos de las Islas Baleares. Por tanto, todo el mundo se ha de sentir llamado a sentirlo como propio, haya nacido aquí o en otro lugar, sea su lengua de identidad nacional o no lo sea.
¿Cuál sería entonces el problema de fondo que subyace en esta materia?
Yo creo que en esta materia España tiene un problema, que además pienso que no tiene solución, que es que haya gente que vea las lenguas propias de territorios que ahora forman parte del Estado español como cosas que amenazan al Estado Español. Es cierto que España no forma parte de mi proyecto político, pero si yo quisiera construir una España mejor, me preocuparía mucho que el catalán sea visto como una amenaza por el Estado español o que las fuerzas que de forma más cavernaria defienden la unidad del Estado español consideren siempre, sistemáticamente, que la normalización del catalán, del vasco o del gallego ha ido demasiado lejos.
¿No cree que a veces falta ahí una mínima voluntad de entendimiento por parte de todos?
Personalmente, a mí me gustaría que una persona que se sienta nacionalmente española pueda defender el catalán con normalidad, pero esto ahora mismo lo encontramos muy a faltar. Por otra parte, hoy se puede ser mallorquín hablando en castellano habitualmente, pero, en cambio, resulta complicado sentirse reconocido por el Gobierno del Estado siendo plenamente catalanoparlante. De hecho, no recuerdo demasiadas medidas de fomento del catalán por parte del Estado español si éste quiere ser el mío. En cualquier caso, creo que como sociedad nos vendría bien despolitizar las lenguas y también pienso que en ese sentido seguramente todos tendríamos que hacer una reflexión.
¿Quizás el problema provenga de la actual legislación en materia lingüística?
Bueno, hay que recordar que la Ley de Normalización Lingüística y el Decreto de Mínimos fueron aprobados décadas atrás por unanimidad con sendas mayorías absolutas del PP. Además, en el Estatuto de Autonomía se reconoce la cooficialidad del catalán y su carácter de lengua propia. Por tanto, deberíamos preguntarnos qué ha pasado desde entonces y por qué hoy tenemos un uso social del catalán sustancialmente menor. No hemos logrado aquello que queríamos alcanzar, sino más bien al contrario, en parte porque ha habido unas ideologías que han sentido que para su apuesta de construcción nacional, el catalán no podía formar ya parte de su proyecto. Y yo lo lamento.
"Lo que a todos nos interesa es que la economía vaya lo mejor posible para que se creen el máximo de puestos de trabajo, o para que tengamos la mejor educación pública posible y la mejor sanidad pública posible"
¿Cuál sería su conclusión sobre este asunto?
Mi conclusión sería que las lenguas no tendrían que ser una herramienta partidista y que se tendrían que analizar desde la racionalidad y la estima por todas ellas. Además, también se debería entender cuál es el objetivo de las políticas lingüísticas. De hecho, todos los estados las tienen. En definitiva, considero que hemos de asegurar que la lengua catalana se preserve para el futuro, pues ahora mismo es una lengua amenazada por múltiples cuestiones, para empezar por la demografía, porque somos pocos. Por tanto, necesitamos medidas de fomento y de discriminación positiva del catalán.
¿Le gustaría trasladar a la política autonómica las buenas formas que hoy sólo parecen estar en la política municipal?
Personalmente, tengo un carácter que me lleva a hacer la política de esta forma, procurando entender al otro, empatizar y mirar de construir en común. Creo que esto es bueno para la ciudadanía, porque hace que el conjunto de la sociedad se sienta más representada por las decisiones que se toman y da también una estabilidad y una perdurabilidad mayor a esas medidas. Pero, desgraciadamente, creo que hoy la política, sobre todo en el ámbito supramunicipal, se ha histrionizado mucho. Vivimos en una época en que los consensos y el diálogo son vistos como deserciones, sobre todo por parte de la gente más próxima, incluidos los medios de comunicación. Y creo que esto nos empobrece.
Es así, sí...
Vivimos en una realidad muy crispada, en que parece que no es posible hablar entre diferentes. Y esto no es bueno. Yo creo que el conjunto de la ciudadanía tiene ahora mismo la percepción de que los distintos parlamentos son más un teatro que lugares de debate y de acuerdo. Y he de decir que hay momentos en que me siento muy avergonzado de ver a diputados dando patadas al suelo, gritando o insultándose. Creo que estamos aquí para otra cosa. En ese sentido, me comprometo también a que en mi futuro ejercicio parlamentario como diputado no gritaré nunca, ni insultaré, ni daré patadas al suelo, por muy en desacuerdo que esté con ciertas posturas.
¿Cómo hará saber ese desacuerdo?
Haré saber mi desacuerdo sólo con la palabra, que en un sistema parlamentario debería tener siempre toda la validez.
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