Nuevas ideas para hacer el fútbol más divertido

No es que un servidor sea un brillante experto en este deporte de masas pero, ateniéndome a lo visto hasta el momento, opino que vale la pena una seria y profunda reflexión sobre su reglamento con la intención de intentar mejorar su efectividad y, sobre todo, aumentar su nivel de espectacularidad.

Desde mi humilde punto de vista, los partidos de fútbol adolecen— en la mayoría de los casos— de interés. El aburrimiento general es el motor que rige los noventa minutos de cada sesión; falta diversión y, por supuesto, emoción.

De entrada, deberíanse cancelar los llamados rondos, ese movimiento que consiste en que jugadores de uno de los equipos se paseen la pelota entre ellos, mientras los enemigos no mueven un pie para quitársela. Eso es interminable y solo sirve para alcanzar un alto grado de posesión del cuero, tal como se denominaba a la pelota en tiempos de Franco (también: esférico).

En otro orden de normas, no pasaría gran cosa si se eliminasen los fueras de juego: estroncan magníficas jugadas (y goles, claro) por un quítame allá esas pajas. En el mismo sentido, prohibiría los saques de esquina, los clásicos corners: una pérdida de tiempo; la esquina queda muy lejos de la portería y he observado que únicamente se fabrican un 1’5% de los goles cuando se aplica esta regla.

De todas maneras, lo antedicho no dejan de ser minucias. El cambio radical se produciría con una modificación de la estructura del juego, respetando la configuración del terreno de juego; por lo menos en lo que se refiere a las medidas del rectángulo. Me explico: se trata de colocar una tercera portería en mitad de uno de los laterales del lado más largo del rectángulo; naturalmente, perpendicular a las otras dos. Mejor de frente al palco presidencial (es justo que quien paga más vea más). El sistema de juego sería el mismo — con las variantes propuestas en anteriores párrafos de este escrito— pero la existencia de esta nueva portería permitiría, sin lugar a dudas, un despliegue de jugadas mucho más atrevido, divertido y sugerente. La tercera portería (o portería central) sería cubierta por dos porteros, uno de cada equipo, claro. Cuando la pelota se moviera por el círculo central, los jugadores tendrían dos opciones: seguir adelante para intentar marcar en una de las dos porterías tradicionales (situadas en los dos fondos del rectángulo); o bien maniobrar bruscamente para engatusar al contrario y lanzarse a construir un gol en la nueva meta. Los goles marcados en la nueva portería valdrían doble. Lógico. Naturalmente, como ambos dos porteros estarían bajo los mismos palos, solamente uno de los dos tendría opción de parar los ataques de los arietes. Ejercería pues de portero el del equipo contrario al atacante. Queda claro, ¿no? El otro, se mantendría quieto con cierta distracción (como que la cosa no va con él).

He diseñado un video juego con estas características y he podido observar que, con estas variantes, la emoción se desborda, los goles se suceden con más pasión y un partido le pasa al espectador como si de un suspiro se tratara. Es solo una propuesta.

Ya de paso —y con la excusa de estas modificaciones del reglamento— se podrían prohibir los escupitinajos, gargajos y salivazos varios que lanzan los jugadores durante la hora y tres cuartos de juego. ¡Qué asco da ver, en televisión, un primer plano de un tío soltando esta clase de guarrerías sin ningún tipo de vergüenza ni pudor...!

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