Sa processó de sa moixeta

En cierto modo, en nuestra querida Palma es posible seguir el paso de las estaciones y del tiempo fijándose casi únicamente en los mostradores o en el interior de las pastelerías.

Ahí están ahora, sin ir más lejos, los rosaris ensucrats, los buñuelos y los profiteroles, a los que dentro de unas semanas o de unos meses les seguirán los turrones, los polvorones, los mazapanes, las ensaimadas de tallades, las monas de chocolate, las panades, los robiols o los crespells.

Aun así, la verdad es que ya casi no me acordaba de la existencia de los rosaris ensucrats, que eran un obsequio que las madrinas o las abuelas solían hacer a sus sobrinos o a sus nietos coincidiendo con la proximidad del 1 de noviembre.

Yo mismo, por ejemplo, recibí algunos rosaris ensucrats durante mi infancia, unos rosarios que en aquellos años me parecían bastante más grandes que los que se fabrican ahora, aunque a lo mejor lo que ocurría es que entonces yo era mucho más pequeño.

Recuerdo también que una de las canciones más populares de aquella época se refería igualmente a los rosarios, aunque no precisamente a los que estaban hechos de bombones y de caramelos. Esa canción era El rosario de mi madre, que interpretaban magistralmente María Dolores Pradera y Los Gemelos.

Esencialmente, dicha composición narraba la historia de un amor que se había roto por completo y del que sólo quedaba un despecho sin solución, como podíamos corroborar cada vez que escuchábamos su demoledor estribillo: «Devuélveme el rosario de mi madre/ y quédate con todo lo demás./ Lo tuyo te lo envío cualquier tarde,/ no quiero que me veas nunca más».

Y ya que hablamos hoy del paso del tiempo, de recuerdos, de símbolos, de rupturas y de grandes despechos sentimentales, es decir, de política, quizás podríamos añadir que en Balears aún no sabemos si la historia de «desamor» que están viviendo en estos últimos días Vox y el PP en el Govern se acabará reconduciendo o terminará del mismo modo que aquella mítica canción.

Para intentar averiguarlo, quedé ayer en un café con dos amigos, uno de Vox y otro del PP. El primero me decía que si las diferencias que existen entre ambos partidos no se solucionan de forma rápida, posiblemente esto acabará como el rosario de la aurora. «No, acabarà com sa processó de sa moixeta», replicó el segundo.

«Perdona, pero será como el rosario de la aurora», reiteró el amigo de Vox. «Disculpa, però serà com sa processó de sa moixeta», insistió el amigo del PP. Instantes después, se enzarzaron los dos en una larga discusión sobre auroras y sobre moixetes, pero como yo tenía que irme a casa a descansar, no sé si todavía deben de seguir discutiendo en aquel café sobre esta misma cuestión a estas horas.

Mi opinión personal es que no creo que al final acabe llegando la sangre al río entre ambas formaciones, entre otras razones porque, como ustedes saben muy bien, aquí no tenemos río.

Con todo, así como están ahora mismo las cosas, a lo largo de esta legislatura ya casi me conformaría con que 'sa processó de sa moixeta' siga siendo 'sa processó de sa moixeta' durante los próximos cuatro años y que no me la reemplacen progresivamente en los centros escolares por 'la procesión de la gatita', que, además, sería ya una cosa en principio completamente distinta.

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