Escribo este papel cuando hace escasamente treinta segundos que ha terminado la retransmisión televisiva, en directo, de la gala de los premios de la LFP (Liga de Fútbol Profesional). La gran mayoría de los galardones no los ha conseguido ni un jugador, ni un árbitro, ni un equipo; ha triunfado una frase, unas simples palabras repetidas hasta más allá de la rutinaria saciedad: “sin ellos no hubiera sido posible”. Esta fórmula ha desquiciado (verbo de moda a tenor del juego desarrollado por el Betis en los últimos tiempos) a la ya obsoleta expresión utilizada por los jugadores en sus lecciones de “discurseos” ante los micrófonos: “la verdad es que…”.
La gala –retransmitida por la Sexta, la cadena de Pablo Iglesias- ha mostrado, sin tapujos, la elegancia que exhibe, habitualmente, el mundo del fútbol, la clase de sus dirigentes, entrenadores y jugadores y el savoir faire de sus miembros activos: vestuarios, peinados, expresiones faciales (irresistible la faz “”glamurosa” y agradable” de la “señorita” sentada a la vera de Cristiano Ronaldo…) y sobre todo, las dotes oratorias de los diversos participantes.
“Quiero agradecer a… los jugadores de mi equipo, al conjunto de entrenadores, a mi novia, a mis padres, a mis hermanos, a los recogepelotas, a mis cuñados… la labor que han desempeñado para que yo recoja, ahora, este premio: ¡sin ellos no hubiera sido posible! (trending topic de la Vía Lactea).
Se me ocurre, de manera harto simplista, que este modelo de frase cutre pero resultona podría ser aprovechado con fortuna en las declaraciones de algunos políticos. ¿O no se imaginan a Artur Mas, el día después de haber logrado la independencia de Catalunya agradeciendo a Mariano Rajoy, a Soraya, a Ángel Acebes y Zaplana, al Consejo de Estado y al Tribunal Constitucional (amén de a Federico Jiménez Losantos y a Sánchez Camacho o Wert) su preciosa contribución al éxito rotundo de su objetivo y concluyendo su perorata con un: “sin ellos no hubiera sido posible”?
¿O al líder de Podemos, durante la larga noche electoral de las elecciones generales, configurando una lista de agradecimientos públicos a Bárcenas, Blesa, Gürtel; a los titulares de las targetas opacas; a la familia Pujol-Ferrusola; a Luís Roldan; a los Filesa e, incluso, al “pequeño Nicolás” y finalizando su emocionado colofón con un escueto mensaje, algo así como: “sin ellos no hubiera sido posible”?
La gala ha sido larga, farragosa, insostenible y tediosa; me han estado dando la lata durante horas; me han restado tiempo de sueño y me ha embargado la vergüenza. Pero ahora, al finalizar el disgusto televisivo, me dispongo a dormir a pierna suelta, sin problemas agobiantes ni sudores de insomnio. Pienso: sin ellos –sin la gala futbolera- no hubiera sido posible (dormir profundamente).