Tirar de despensa

En el momento en que estoy escribiendo estas líneas, el Presidente Feijóo estará regresando a su añorada Galicia, desconozco si en vuelo regular o, como Presidente 'in pectore' del Partido Popular, en un chárter fletado por Génova o por la Xunta. En cualquier caso, muchas millas tendrá que volar para intentar, y fracasar, superar al Presidente Sánchez Castejón en avioncitos; esa afición que este año solo en jamón (del bueno) tiene presupuestado seis mil euros. No les digo al precio que está el combustible ni cuánto nos cuesta en queroseno.

El PP cometió dos errores imperdonables en la sucesión o sustitución del añorado Presidente Rajoy. El primero de ellos fue saltarse una generación, la de los cincuentañeros y sesentañeros (ya saben, los cincuenta de ahora son los cuarenta de antes) y haber elegido a un 'aparatisch' en contra de las bases. Casado (alguien le recuerda) representaba a los colocados, y Sáenz de Santamaría (olvidadísima para la mayoría) representaba a las bases, a la gente de a pie, a los apoderados de mesas y a los entusiastas de la causa que cedían tiempo y algo de dinero al partido por pura creencia. Los estirados de Madrid ganaron, pero rápidamente fueron despojados, pues no representaban el sentir de las bases, de los votantes.

La solución, el PP la ha encontrado en casa; no es ni siquiera un fichaje. Es el sucesor natural del Presidente Rajoy, por origen, por talante y, especialmente, por experiencia de gestión. Y no olvidemos que, generacionalmente, representa la siguiente de Rajoy.

Saldrán, de nuevo, las fotos suyas tomando el sol en un yate con alguien de dudosa reputación, hace un montón de años, pero es que la maquinaria de destrozar carne de Moncloa, especialmente con este Presidente, no para. Tenemos a un Presidente que miente más que habla y se queda tan pancho, con la única finalidad de perpetuarse en el poder al modo putiniano. Destruir la separación de poderes, influir en la judicatura, ya no les digo en la Fiscalía, nombrando a Lola. Aparentemente, solo le separa de los métodos soviéticos el uso indiscriminado de la tortura y de la fuerza.

Pienso que el reingreso del Presidente Feijóo a la política nacional es una buena noticia. Devuelve la seriedad perdida en los últimos años. Se recupera la ilusión de un sector de la población que, en un acto de desesperación, se planteaba abandonar el universo liberal para ir a la derecha, cuestión aún no resuelta en Palma y Mallorca.

Dos grandes damnificados supone que Feijóo de el salto: el primero, Sánchez, que tiene a un rival mucho mejor candidato que él, justo con las virtudes contrarias, esto es, seriedad, sinceridad, honestidad, bajadas de impuestos y austeridad. A cada uno de los calificativos les pueden poner el contrario, y sale la cara de Sánchez.

Eso de que de las crisis se sale subiendo impuestos y generando endeudamiento para poder mantener el nivel de inversión, es muy, pero que muy antiguo. En la Unión Europea, y podríamos repasar país por país, se bajan los impuestos a los ciudadanos y a las empresas. Nosotros, más listos que nadie, hacemos justo lo contrario. La he citado muchas veces, pero lo seguiré haciendo, pues fue una mujer importante para su país y también para Europa, Margaret Thatcher: "No existe el dinero público, existe el dinero de los ciudadanos".

Las subordinadas. Cuánto cuesta volver al tronco principal. Les decía que el segundo también perjudicado por la aparición de Feijoo a la escena nacional es Vox. Muchos que les iban a votar volverán a la casa madre de la que se marcharon horrorizadas por los engominados de Génova.

Me tengo por una persona moderada y con una cierta capacidad de raciocinio. No me gustan los extremos ni los radicalismos en ningún aspecto de la vida. Creo que la reflexión es una gran cosa, y de ahí solo puede surgir una solución moderada, pero a mí Vox no me da miedo.

Tengo gente querida que les pone líneas rojas y un 'no pasarán'. Les explico. Vox está sometida a la Ley de Partidos Políticos, está inscrita en el Registro 'ad hoc'. Defiende la Constitución del 78, según la entiendo yo, pero no son más que interpretaciones de un texto legal, y defienden el Estado de Derecho en el que no nos han ido tan mal las cosas.

De Podemos, Bildu, Més, no puedo decir eso ni nada que se le parezca, pues su razón de ser es la destrucción del Estado que les amamanta y les ofrece tribunas para destruir ese Estado. Quizás deberíamos revisar la Ley de Partidos Políticos en los mismos términos que se ha hecho en Europa, en países de nuestro entorno, y prohibir el comunismo y el nazismo. Quizás. Quizás así seríamos más felices.

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