La salud cerebral puede mejorarse con cambios en el estilo de vida.
Cuidar tu cerebro es más sencillo de lo que crees. Nuevas investigaciones han revelado que hay 17 factores de riesgo compartidos que influyen directamente en la aparición del ictus, la demencia y la depresión en la edad adulta. La buena noticia es que todos ellos son modificables, y con pequeños ajustes en tu estilo de vida podrías protegerte de estas tres condiciones al mismo tiempo.
A menudo se piensa que estas enfermedades están desconectadas, pero los expertos han demostrado que comparten raíces comunes, especialmente relacionadas con el daño en los vasos sanguíneos más pequeños del cerebro. Esto significa que al trabajar sobre un aspecto de tu salud, puedes estar beneficiando muchas más áreas de las que imaginas.
El ictus, la demencia y la depresión tardía no ocurren en aislamiento. Estudios recientes del Brain Care Labs en el Hospital General de Massachusetts, liderados por la Dra. Sanjula Singh, han puesto de manifiesto que estas tres afecciones están profundamente conectadas a través de mecanismos comunes, especialmente el deterioro microvascular cerebral.
Entre los principales factores de riesgo se encuentran la hipertensión, la diabetes, la obesidad, el aislamiento social y la falta de actividad física, todos elementos que pueden tratarse con cambios consistentes en el estilo de vida.
Según las conclusiones del estudio, el 60 % de los accidentes cerebrovasculares, el 40 % de los casos de demencia y el 35 % de los casos de depresión en la vejez podrían prevenirse o retrasarse si se controlan estos factores.
Estas cifras son especialmente relevantes si se tiene en cuenta que todas estas enfermedades suelen generar discapacidad, pérdida de autonomía y deterioro de la calidad de vida. La intervención temprana es clave para mantener el bienestar en la edad adulta.
Aunque la investigación aún no ha publicado la lista completa de los 17 factores, los expertos han señalado los más relevantes y comunes:
Presión arterial alta
Diabetes tipo 2
Obesidad
Tabaquismo
Consumo excesivo de alcohol
Inactividad física
Dieta poco saludable
Aislamiento social
Problemas de audición no tratados
Trastornos del sueño
Depresión no diagnosticada
Baja participación en actividades cognitivas
Estrés crónico
Colesterol alto
Enfermedades cardiovasculares
Inseguridad alimentaria
Nivel educativo bajo
La gran mayoría de estos factores están directamente relacionados con nuestros hábitos cotidianos. Esto significa que las decisiones que tomamos a diario pueden tener un impacto acumulativo muy positivo en nuestra salud cerebral a largo plazo.
La Dra. Singh resalta que modificar un solo factor puede desencadenar mejoras en varios otros. Por ejemplo, empezar a caminar regularmente con un amigo no solo mejora la salud cardiovascular, sino que también combate el sedentarismo y la soledad.
“Si comienzas a trabajar en uno, es muy probable que también estés mejorando varios al mismo tiempo”, afirma la investigadora.
Este enfoque multidimensional de la salud cerebral permite un modelo preventivo más accesible, práctico y sostenible, alejándose del paradigma puramente médico y promoviendo la autorresponsabilidad en el cuidado personal.
Un punto importante que destaca la investigación es el papel del sueño en la salud cognitiva. Fases como el sueño REM y el sueño profundo son fundamentales para mantener el cerebro en forma y reducir el riesgo de deterioro.
Dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica. Para mejorar la calidad del sueño, los expertos recomiendan evitar pantallas antes de acostarse, mantener una rutina nocturna estable, usar técnicas como el cognitive shuffling, e incluso crear un ambiente propicio en el dormitorio.
Pequeños cambios como usar un colchón adecuado, elegir almohadas ergonómicas y considerar el uso de máquinas de ruido blanco pueden marcar una gran diferencia.
Este estudio no solo proporciona información valiosa, sino también un mensaje esperanzador: muchos de los factores que conducen al ictus, la demencia y la depresión pueden ser modificados por ti mismo.
La prevención está al alcance de todos, y comenzar con acciones sencillas —como moverse más, dormir mejor, comer de forma saludable y mantener una red social activa— puede tener un impacto profundo y duradero en tu bienestar mental y físico.
La clave está en comenzar. Porque cuidar tu cerebro hoy es invertir en tu calidad de vida mañana.
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