La violencia sexual en Mallorca no es un fenómeno puntual ni ligado a momentos concretos del año. Es una realidad constante. Así lo reflejan los datos del Centro Libertas, el recurso insular para víctimas de violencia sexual, que durante 2025 ha atendido a 293 mujeres, casi una demanda diaria, desde su puesta en marcha en diciembre del año pasado.
El balance del primer año de funcionamiento del centro lo ha presentado este miércoles el conseller de Presidencia del Consell de Mallorca, Toni Fuster, quien ha subrayado que el servicio ha recibido una media de 28 demandas mensuales, sin picos estacionales. “La violencia sexual no responde a momentos concretos, es una realidad sostenida en el tiempo”, ha advertido.
Uno de los datos más relevantes es el perfil de las víctimas. Casi la mitad tiene entre 18 y 30 años. En concreto, el 41,6 por ciento se sitúa en esa franja de edad, a lo que se suma otro 5,1 por ciento de menores de edad. Les siguen mujeres de entre 31 y 40 años (25,9 por ciento) y de 41 a 50 años (17,7 por ciento), aunque el centro también ha atendido a mujeres de más de 60 e incluso mayores de 70 años. La violencia sexual, por tanto, atraviesa generaciones.
EL AGRESOR NO ES UN DESCONOCIDO
En la mayoría de los casos, además, el agresor no es un desconocido. Aproximadamente en el 60 por ciento de las agresiones atendidas, la violencia fue ejercida por una persona conocida por la víctima. “Muchas veces se produce en espacios y relaciones donde debería haber confianza y seguridad”, ha señalado Fuster.
El centro ofrece atención las 24 horas, todos los días del año, de forma presencial, telefónica y en línea, y activa servicios de urgencia cuando es necesario. La vía telefónica es la principal puerta de entrada: cerca del 48% de los contactos los realizan directamente las propias víctimas, mientras que otro porcentaje similar llega derivado de profesionales sanitarios, sociales o de los cuerpos de seguridad.
LA AGRESIÓN NO SIEMPRE ES RECIENTE
Uno de los aspectos que más se repite es que la agresión no siempre es reciente. En el 65 por ciento de los casos atendidos, los hechos ocurrieron en el pasado. Un dato que, según el conseller, refleja que las secuelas de la violencia sexual perduran y que muchas mujeres buscan ayuda cuando se sienten preparadas para iniciar su proceso de recuperación.
Tras el primer contacto, el equipo del centro escucha a la víctima, valora su situación y diseña un itinerario de acompañamiento personalizado, que puede incluir atención social, psicológica, judicial o familiar. El ámbito social es el más frecuente, con 137 procesos activos, seguido del psicológico, con 131. Actualmente, 94 mujeres continúan en seguimiento activo.
Casi la mitad de las mujeres atendidas (47 por ciento) ha interpuesto denuncia, mientras que el resto no lo ha hecho o no consta esta información. Desde el Consell insisten en que denunciar sigue siendo un proceso complejo. “Cualquier persona que quiera hacerlo tiene que armarse de valor”, ha señalado la directora insular de Familias, Ana Ferriol, quien ha reconocido que los fallos en mecanismos de protección como las pulseras antimaltrato “no generan tranquilidad”.
LA CRISIS DE LA VIVIENDA, UN AMPLIFICADOR
Ferriol también ha puesto el foco en la crisis de la vivienda, que afecta especialmente a mujeres víctimas de violencia, muchas de las cuales conviven con su agresor. En estos casos, el Consell puede prolongar las estancias en recursos habitacionales hasta que se encuentra una alternativa, sin un plazo cerrado y adaptándose a cada situación.
Fuster ha defendido que la creación del Centro Libertas era una prioridad de la legislatura y ha lanzado un mensaje que resume el dilema institucional: “Nuestro objetivo es trabajar para que recursos como este no sean necesarios, pero mientras esta realidad exista, las instituciones tienen la obligación de responder”.
