El mercado español y los indignados

El mercado español no funciona y mientras en Canarias las reservas de asientos aéreos para el verano disminuyen y el Gobierno regional suscribe acuerdos promocionales para reanimarlas, en Baleares el Govern aplaza la campaña dirigida a las temporadas media y baja por falta de presupuesto. Hay que reconocer la osadía política que entraña anunciar esta medida en víspera de elecciones, en Canarias una decisión similar se ha aplazado oportunamente a junio, pero no hay duda de que son dos formas distintas de entender el mismo problema. Y de que las palabras del director de Marketing de Orizonia, que esta semana ha dicho en Tenerife que lo importante de la promoción es la continuidad, constituyen un diáfano mensaje de advertencia. En cuanto a la crisis del mercado doméstico, mucho ha empeorado el panorama desde que el emisor español manifestara hace apenas dos meses sus temores a quedarse sin camas este verano. ¿Qué le ocurre de pronto a un mercado que ha sido tabla de salvación durante estos dos últimos años? La respuesta se agita en las pancartas de los ‘indignados’. “Si te fías de un banco acabarás por dormir en él”, era el elocuente lema de una ellas. Las ganas de viajar se esfuman al ritmo que lo hacen las perspectivas de encontrar o de mantener un empleo. Las elecciones locales galvanizan ese malestar, es ahora o nunca. El sector turístico debe liderar la recuperación del mercado de trabajo, pero la mala salud del mercado español agrava la dependencia de Alemania y Reino Unido. Mercados a cuyas economías mira no solo España, conviene recordarlo, si no todos los países turísticos de la cuenca mediterránea. En el mejor de los casos, que no se dará, la tarta estaría más repartida que nunca. Las previsiones más triunfalistas sobre la temporada turística se dan de bruces con la realidad. Porque la buena marcha del turismo, cuando llegue y si es que lo hace, no será suficiente para arreglar este desaguisado planetario. Un titular del Washington Post hablaba esta semana sobre “la primavera de la frustración en España”, de la que daba cuenta con justicia una fotografía de la Puerta del Sol convertida en centro de la multitudinaria protesta ciudadana. Pronto sabremos si será más rápida la recuperación de la economía alemana, que ahora como hace diez, veinte años cifra todas nuestras esperanzas, o la “africanización” de la nuestra. Miedo da pensarlo, pero los desórdenes de estos días extraños predicen lo peor.

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