El problema no es la corrupción, es el modelo de Estado

Una vez más, la izquierda de este país nos miente deliberadamente para ocultar sus miserias. El problema no es la corrupción. Desde el antiguo Egipto, la corrupción es una constante en el ser humano por poseer lo que no tienen. Todos los partidos políticos de España, en las Repúblicas, en las Dictaduras, en el franquismo y en la democracia, han tenido en sus filas a dirigentes y afiliados que han cometidos delitos para quedarse con el dinero público. Incluso BILDU que hace gala de no tener en sus filas a delincuentes, pero se olvida de los acusados y condenados por etarras. Y no ha devuelto el millón largo de euros que le pertenecen como formación política, pero que debían devolver al anular la candidatura de 23 terroristas que presentó en sus listas electorales de 2023. Para esto sirven las hemerotecas. La condición humana nos explica que el problema siempre ha sido la avaricia por el dinero y los bienes de los demás, incluso de la mujer del otro. Tal vez por esta razón la sociedad del imperio romano celebró la implantación del cristianismo porque, entre otras cosas, dignificaba al empleado público. Pero por esta razón, ahora el problema no es la corrupción, es el modelo de sociedad que intentan imponer a la izquierda y sus variables marxistas, comunistas, independentistas y otras hierbas. Desde que ha gobernado en PSOE se ha cambiado ya varias veces el modelo educativo. Se anula la enseñanza de la religión que ha sido la de esta nación desde hace 2000 años. La excusa es que hay curas y monjas delincuentes o sexualmente delictivas. Que la iglesia es la mentira del poder eclesiástico para gobernar a sus fieles y quedarse con todo lo que pueden. Desde las limosnas, hasta los testamentos. Y es cierto. Nadie lo niega, sobre todo si, en vez de ver telebasura, se lee cualquier libro de la historia universal. Pero eso no significa que la filosofía social que defiende el Cristianismo, tanto de Roma, como de Inglaterra o de los Países Bajos y Suiza, no sean moralmente válidas y necesarias. Pero no, ustedes saben que no todo es verdad, ni todo es mentira. Si no copiamos lo bueno que las nuevas filosofías sociales y económicas han aportado al desarrollo de la sociedad actual, nos estamos equivocando. Y piensen, estimados lectores, que los verdaderos protagonistas de estas historias para no dormir somos nosotros: los ciudadanos. Los que trabajamos y pagamos impuestos para que no falte de nada en nuestro país. Los que luchamos para tener una vida mejor para nuestra familia y para nuestros hijos y nietos. Los que intentamos aprender y estudiar para poder ser más productivos, para ser más competentes y poder conseguir las más altas cuotas de calidad de vida. Y como que estamos trabajando, alguien tendrá que gestionar el patrimonio del Estado, es decir, el Presupuesto anual de donde se saca el dinero para pagar la factura de vivir en España. Y ese es el verdadero problema.

Ustedes decidirán con su voto si hay que comprar más armas para nuestros ejércitos y tener mejores fuerzas de seguridad. Decidirán si hay que seguir ayudando a los migrantes que llegan a nuestras costas. Sí, hay que darles todos los servicios sociales a los más desfavorecidos. Sí, hay que subir los salarios, no solo el mínimo. Sí, hay que pagar menos impuestos. Sí, hay que mejorar los salarios de los sanitarios, de los docentes y de los trabajadores públicos. Sí, hay que liberar solares públicos para construir viviendas para vender y alquilar a precio tasado y bajo. Seguro que todos los partidos les ofrecerán todo esto, ¿pero cómo es posible que después de 7 años de gobernar no hayan hecho nada para darles a ustedes lo que prometieron? O es que este es el verdadero problema.

 

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